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lunes, 17 de noviembre de 2008

"EL CIELO QUE ME ESCRIBE" DE MIGUEL ÁNGEL ZAPATA


Hace unas semanas conocí a Harold Alva, en eso entonces el trabajaba aun en la editorial Zignos. Y pues por el grato placer de conocernos, debido a que yo deseo publicar una plaqueta de poesía. Tuvo la cordialidad de obsequiarme dos libros y uno de ellos es el que os muestro a continuación. Un poemario muy bueno con excelentes versos, aquí os dejo una pequeña muestra de algunos de ellos, elegí estos por el nombre que tiene y porque en cierta forma me dan ternura. Espero que gusten tanto de ellos como yo lo hice al leer.


LA LLUVIA SIEMPRE SUBE
¿Hasta donde me alcanzará esta lluvia?
César Vallejo


Ahora comprendo porque la lluvia
siempre sube por el corredor del cielo
para encontrarte.
Hoy quiero salir a caminar y volver
cuando sea necesario.

¿Por qué siempre hay que volver?

¿Por qué no esperar a que la lluvia se
suspenda como una acróbata en el malecón
para que nosotros podamos contarle nuestras
perlas al mar?

¿Y cuando la lluvia suba, por qué no retornar
a la casa que te espera?

Y allá arriba pareciera que todo ha muerto,
hasta el faro de la playa que te llama
con la neblina de la noche.

Abajo los perros soñolientos beben agua de
las calles, y los cuervos solitarios acampan
temerosos e la pradera de la playa.

Mi casa está sol: su luz amarilla se niega
a desaparecer en el pasillo.


LA LLUVIA LILA

El día comienza con la memoria. En el umbral de la
ventana aún se siente el viejo polvo de los solares, el miedo de
decidir si el mar es azul en el texto o lila la lluvia sobre los
techos. A nadie le fue dado a conocer su destino. La nieve cubre
la ciudad y todo es blanco y brilla. Nada más importa: la sombra
se disuelve en el umbral de mi ventana. Todo pasa por estos
bordes y esta página de aire se balancea sin tino por la superficie
quemada.


VOZ Y LIRIO
a Oscar Hahn


Cuando las aves silban en tu ventana salea a buscar la
huella del fantasma. El viento azota la ventana y derriba la
memoria. En la arena se pierde la huella de tu voz y los lirios
azules reaparecen conmovidos. Las palabras como en la sonata
combaten para crear un dulce ritmo, el polvillo celeste que te
llena de emoción y saca chispa a tu mesa de trabajo.


EL POLVO Y LA TINIEBLA

El polvo llega por aquí como si fuera parte de nosotros.
El agua corre y arden los grillos en el pozo sin fondo.
No levanto la mirada y respiro despacio.
Cuando la oruga muere y el agua se estanca en las calles
escribo como la oruga, y por la mañana el sol vuelve como
si nada hubiera sucedido: mi perro mira el sol y yo escribo
temblando en el patio de la casa.


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