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viernes, 20 de octubre de 2023

"PROYECCIONES" DE LUIS LEÓN VELÁSQUEZ


 

Hace unos diez años conocimos a Luis León a través de su escritura, el narrador Carlos Saldívar nos obsequió "Absolutamente nada" primer poemario del poeta mencionado, que tenía uan biografía muy singular, pues además de su nombre, no describía nada del autor, era un completo extraño, su segundo libro llegaría unos años después, y luego decidiría publicar en nuestro sello, dos poemarios, desde uno de ellos "Proyecciones" les traemos estos poemas para la lectura de nuestros seguidores.

 

Graduación más


Mano tiemblas
pies lisiados
cabezazos al éter
ni imaginar recuerdos así se rueda
hoy son los años
¡quijada desdícese siempre!
aquí el siglo dio paso
􀃫estas en las cuevas
dónde botella viene siempre y
oiría paz
y extinguir manso esperando la mañana. 


Desdoblamiento


Cuna como catre y pensarías ¡bah!
el catre me mece
sería cuna el barranco
creería dormir y lo hago por errar
cuánta inyección en ayuno
y almuerzo lo vacío
cena inquieta el otro ayuno
besaríamos sismo la almohada
y oraría nuestro grito.


Edmund Emil Kemper III


Eternízate bizarría
o sexo de hermanos
madre cuida la sombra
qué veloz para iniciarte
abuela de niñerías
aleluya y fogonazo
no te enojes
que levite el iniciado
a madre acertaste
martillazos en cama
y vejarla descansando
por qué placer madre
llamándola fin
difícil iniciarte y ya casi empiezas.

 

Compungir e iluminar


Olvidado
persuade soñar
desoída
ermitaño soy redoble
noche contrae
nubes y lustran lluvias
impaciente altura
hasta el pozo
cabe tu travestismo
peligra la vida
el anclaje me zambulle
absuelto
haz lo que quieras
y quédate.



"LOS PLACERES DEL SILENCIO" DE FRANCOIS VILLANUEVA PARAVICINO POR CARLOS SALDÍVAR

 

 

 

 

FRANCOIS VILLANUEVA PARAVICINO Y EL TRIUNFO DE LA POESÍA

 

    Hace algún tiempo que Francois Villanueva Paravicino (Ayacucho, 1989) apareció en los medios literarios nacionales y extranjeros como un vendaval, incluyendo cuentos, poemas y reseñas en diversas revistas y antologías, virtuales e impresas, lo cual es de gran relevancia porque nos acercó a muchos a su obra y hoy se puede decir que es un autor de primer nivel en nuestras letras. Ha transitado con efectividad la novela, la crítica literaria (donde se le ve muy acertado y nutrido cultural e intelectualmente), el cuento (que es el género en el cual, me parece, destaca más, con respecto al aprecio de los lectores, por la cantidad de relatos aportados en variadas plataformas y por la calidad de los mismos, además que es ducho en diversas corrientes como la ciencia ficción, el realismo urbano o rural, el costumbrismo, el policial, el terror, la mezcla de una o más de estas vertientes; para todo posee buena mano) y la poesía, género en el que, opino, tiene textos de altísima factura, que incluso superan en algunos momentos a su narrativa. No obstante, creo que estoy tonteando al hacer aquellas comparaciones. Son universos distintos. Cada cual se valora y se lee de modo diferente, es más, noto que su lírica se halla más emparentada con sus microrrelatos, otra categoría que domina. Digo esto porque varios de sus poemas son cortos, como si cogiera fragmentos del mundo exterior o interior y los colocara en una docena de versos, separados en tres estrofas (por dar un ejemplo, pues su construcción formal varía).

Es así como podemos apreciar de cuando en cuando algunas muestras de su lírica en importantes espacios en nuestro idioma, como la revista «Perro Negro de la Calle», que sale cada mes y es una de las mejores del mundo en literatura general. También contamos con un buen antecedente en forma de libro «El cautivo de blanco», excelente poemario que ya cuenta con dos ediciones y el cual siempre he recomendado y cubierto de elogios. Esperaba tener la oportunidad de expresar mi admiración por tal volumen, donde se nota la destreza lírica del autor. He aquí el tiempo y el momento de recomendarles dicho libro. Empero, hoy nos reúne otra gran noticia, la aparición de un nuevo poemario de Francois, titulado «Los placeres del silencio», del cual comentaré algunas cosas.

Dividiré esta disertación breve en tres partes, primero explicaré el título de mi discurso, luego mencionaré algo muy importante sobre la poesía, de la peruana en especial, y después entraré a hablar de la obra que es motivo de este análisis.

Lo primero y lo segundo van de la mano y me extenderé un poquito en ello, pero servirá para contextualizar y se pueda discernir que lo mío no es solo entusiasmo, es una mirada certera. «El triunfo de la poesía peruana», hace tiempo que hemos ganado en estas lides, a nivel internacional, se trabaja buena poesía en nuestro país; me extendería mucho si hablara de los maestros peruanos en este arte. Hay una preciosa tradición y, cabe decir, que al leer tanta poesía peruana, desde mi etapa escolar (hablo de autores contemporáneos) es visible la cantidad, pero también la buena pluma, en todos los rincones de nuestra nación, sucede que la poesía no es muy comercial, no tiene tantos lectores como la narrativa, además existe un grupo de autores frustrados que le han hecho mala fama al género desde el anonimato y con nombre propio desde ciertas trincheras belicosas.

Clasificar la poesía peruana actual sería harto difícil, sin embargo, me voy a arriesgar a decir (si caigo en alguna polémica, disculpas, se puede conversar este punto), creo que hay dos instancias en cuanto a lo esencial. 1) Lo bello desde la sencillez; 2) Lo bello desde la erudición. Por supuesto, un poema puede estar comprometido con lo social, cantarle al ser amado o brindar una visión onírica del mundo; puede ir de lo triste a lo cruel, a lo intenso, a lo inmenso. Yo hablo de la belleza no en un sentido estético, sino me refiero a que haya una armonía entre las partes, que «produzca placer a la mente y provenga de manifestaciones sensoriales». Según el diccionario de la Universidad Autónoma Metropolitana se define como el esplendor de la forma a través de la materia.

Podríamos decir «el esplendor de las figuras a través de la palabra». En este caso, cabe aclarar que la poesía siempre es bella, siempre está bien escrita. En nuestro medio tenemos a muchos autores con textos fallidos que no son poemas (porque no son perfectos), también hay narradores que escriben en verso, aunque esto lo escruto con mejores resultados, sobre todo si el quid es poderoso. Asimismo, la literatura siempre está bien escrita. No existe la «mala literatura», hay malos discursos. Ya pasando al segundo punto: la poesía nacional, afirmo que, a pesar de la sobrepoblación de autores que intentan escribir lírica y los que de verdad la consiguen, hay un número amplio de poetas en todo el sentido del término. Eso podemos verificarlo con facilidad en las antologías actuales del género o en poemas que han pasado filtros editoriales profesionales, tanto en libros de autor como en revistas u otros medios de renombre. Ahora sí, paso al libro de Francois.

«Los placeres del silencio» es un conjunto de poemas cortos, de tres estrofas y cuatro versos cada uno, con epígrafes que revelan una interesante bibliografía. El título nos remite al gusto que posee el creador literario al sugerir antes que mostrar, o transitar con las frases aquello que desea resaltar pero insertándolo dentro de un subtexto, entre las palabras, no debajo de estas (como en la narrativa), por ello la simbología es importante. Se torna lúdico desde el inicio con una introducción editorial que nos remite al «autor del libro», un juego metaliterario con tono borgiano, no muy usado, y aquí funciona muy bien. También se nos presenta en el epílogo, escrito por el supuesto «editor».

Sobre los poemas, en definitiva son sublimes; paso a argumentar el por qué. Se asientan en el terreno de lo elevado (en el plano cultural), lo erudito, lo armonioso tanto en estética como en figuras. Ya hemos tenido en la lírica actual poetas que trabajan con esa tonalidad, como Joe Montesinos Illescas, Luis León Velásquez, Ana María Falconí o Carlos Morales Falcón. No estoy diciendo que necesiten a un lector entrenado, los poemas son disfrutables, excelsos incluso, no obstante, se notan los referentes de diversas culturas que van desde la griega hasta la judeocristiana, y los motivos que demuestran por momentos introspección y a ratos son épicos. El autor apela un tanto a las imágenes para fomentar en los sentidos del receptor una captura que lo conduzca hacia su universo.

Claro, son muchos universos, cuyos espejos, que surgen y desvanecen como jugarretas de luces y sombras, usan todas las virtudes del texto poético, donde resaltan, un poco más que otras, las escenas y el ritmo. Ambas herramientas, aunadas, nos brindan dimensiones que se comprimen y se expanden sin caer en el mero refocilamiento del envidiable manejo de la palabra que posee el poeta, eso sí, se nota el deleite en aquellos escenarios, repletos de personajes en un entorno armonioso (en el constructo) que nos produce sensaciones varias, como el caos, el orden, la muerte, la vitalidad, el tiempo, el espacio, la inmortalidad (se entiende que a través del arte) y el lugar del ser humano en estas dimensiones, ya sea como protagonista o espectador, mas los seres fantásticos también ocupan un sitial muy amplio en este maremágnum de ensueños, pesares y sentimientos.

Aquí Francois no hace alardes, recalco. Se deleita con su propia creatividad y la contagia a los lectores, el gozo se hace mutuo y percibo emociones de toda índole, como el deseo a aquello que no se puede conseguir o las ganas de descubrir los misterios que revolotean en uno mismo y en el cosmos. Un libro con mucha vida, el poeta es (aunque se lea paradójico) educado y desbocado. Un libro que pretende trascender y lo logra ya desde la primera línea.

 

—Carlos Enrique Saldívar