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jueves, 28 de junio de 2012

POEMAS DE BLANCA SEGURA



Blanca Segura es una de las integrantes del grupo de poesía, Parasomnia, quienes tienen a su cargo y como labor propia batallar contra la falta de espacios y oportunidades donde desarrollar la actividad literaria, ellos se encargan de llevar la poesía a lugar donde se pueda, es así que han estado presentes en Stereo Villa, radioemisora del distrito de Villa el salvador, además de realizar una Feria de Libro escolar en el mismo distrito, y de innumerables noches poéticas literarias en Miraflores, Lima y Barranco. Desde este gran grupo formado se extrae la voz de esta dama, quien muy amablemente al son de sus rulitos nos deja estos textos para deleite del lector. Leamos pues.

Resaca Emocional

Lamento no llegar a ser todo lo que te mereces,
Que mi semblante sea el inconsciente del caos de mis órganos
Y que mi menudencia no te de abasto.
Lamento no ser lo suficientemente buena,
Adecuada o precisa para cada una de tus necesidades:
Que la torpeza de mi caminar te avergüence,
Que la imperfección de mis extremidades te disgusten,
Que el desorden de mis cabellos te abrumen
Que mis emociones sean tan inestables
Y que la confusión se vea constantemente reflejada en mi mirada.
Lamento equivocarme con tanta frecuencia,
Lamento dejarme llevar por el pesimismo con facilidad,
Lamento no poderme confesar ante tus pupilas de esta forma tan transparente,
Lamento no ser razonable y comprensible,
Lamento no ser constante ni dependiente.
Y a pesar de tantos arrepentimientos,
Hoy,
Justamente en esta noche llena de rectificaciones,
Lamento no poder ser ella sin dejar de ser yo,
Y que la honestidad de mis palabras nocturnas
Se impacten con la sensibilidad de tus sentidos mal informados.


Disgusto

 No me gusta cuando llueve,
cuando este clima me ofrece
cántaros de lamentos químicamente transformados
en líquido vital;
aquellos fragmentos transparentes
que caen de alturas libres
se me cuelan por la epidermis,
se me acumulan en las espaldas
y me ahogan.
 Me saturan los chorros de átomos y moléculas
en una ráfaga invernal de una ciudad
a la que le soy indiferente,
en la cual mi ficticia desaparición
no haría subir la temperatura.
 No me gusta cuando llueve
porque así como se empañan las ventanas
durante aquél fenómeno,
así también se humedece
toda mi existencia,
haciendo que el temor ante un naufragio
sea omnipresente.
 Se me remueven las entrañas
al sentir que julio me cachetea el rostro y
me fuerza a reajustar mis horizontes,
a apretar mi mirada para no dejar pasar
ninguna luminosidad.
 Y será quizás porque en estas épocas,
no siento la calidez de los cielos,
ni la libertad entrelazárseme por los pies
ni las ganas de andar alucinando con las nubes.

 No me gusta cuando llueve
porque todo parece exagerado:
la frialdad es más helada,
la humedad más hostigante,
los vientos más cortantes
y los pasos más inciertos.


Fin de día (14.06.11)

Glóbulos oculares rojos. Irritados por el calor de luces de autos extraños. Horrorizados por el reflejo de ventanas ajenas. Conscientes que todos terminamos siendo almas indiferentes.
 Párpados pesados. Entrecerrados por el agotamiento. Por las ganas de sobrevivir. Por el olvido de disfrutar.
 Pestañas sucias. Lagrimales inflados. Sustancias verdosas abundantes. Gérmenes y bacterias a la espera de cualquier oportunidad de cumplir su parasitario rol.
 Mirada perdida. Mirada intrínseca. Clavada en el interior con apariencia de exterior. Perturbada por preguntas. Por vacíos. Por ausencias y nostalgias. Por la luna y sus 17 horas transcurridas bajo momentos demasiado fugaces como para ser percibidos por algo más que no sean nuestras pupilas.
 El mundo y sus hombres
Sedúzcanme con su impertinencia durante una tarde de verano
dejen que prevalezcan sus instintos más primitivos bajo el día,
que el calor de sus cuerpos
y la calentura de mis pensamientos se me tueste en la piel,
tinturándome las cejas y las extremidades con la negrura de lo prohibido.

Con una oscura cinta sobre el pecho,
ciéguenme la moralidad del alma;
las risas correrán libres e incautas,
los buenos momentos permanecerán indiferentes a cualquier razonamiento;
que durante este ejercicio
se me entrene la vista a lo apreciable únicamente por los ojos,
que pueda solo captar sus formas superfluas, el contorno de sus figuras,
la picardía de sus miradas y la incitación en sus sonrisas;
que mi panorama esté infestado por nadie más que ustedes, bellos muchachos,
y que su hombría se vea afectada por la franqueza del hoy.

Seamos por esta temporada lo que deberíamos ser eternamente,
la juventud será la excusa perfecta,
aferrémonos a la espontaneidad de nuestro iluso espíritu,
dejen que nuestras convicciones se fortalezcan con el optimismo de febrero,
se mojen con los carnavales y sus pinturas,
sucumbiendo al breve amorío entre un hombre y una mujer




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