Jauja, aquella tierra que ha estado presente en la historia del Perú, desde tiempos de la conquista, también en la medicina, muchos viajaban hasta allá, a curarse el asma, y sobretodo ello, presente siempre en la Literatura peruana, gracias a los escritos de Edgardo Rivera, sin embargo él no es el único escritor conocido del lugar, tenemos otros más. Entre todos ellos está Orlando Ordoñez, poeta que incansablemente le habla a su tierra, a sus raíces, a su corazón de jaujino, pero también le habla al amor, a los sentimientos, a esa lucha incansable de no dejarse callar, porque su corazón es luchador. Ahora nos deja sus versos en este modesto blog, esperemos pues que su poesía llegue desde su tierra Jauja hasta los rincones menos pensados del ciber espacio. Disfrutemos entonces de sus textos.
MUQUIYAUYO
Fue
ayer cuando dentro
el fragor de
tus faenas comunales
pudieron
encumbrarse junto
a
la altura privilegiada donde
retumba
el guapido labriego.
Tus
fuerzas colectivas no reconocieron
descansos,
menos preferencias o dádivas
bastó
tu coraje maternal de la mujer muquiyauyina
para
sembrar en las escarpadas laderas
de
la indolencia: grandeza de ayllu fraternal.
Importa
ahora desenterrar el canto
encendido
y laborioso del puquial.
Estas
son mis manos, no aguardan
pasiones
algunas; continuar la brega
y
frente a los obstáculos…¡Venceremos!
PIEDRAS
DE AUSENCIA
Piedra
preciosa eres
así
te tengo incrustado
en
el clavicordio melodioso
que
enjuga con las notas
todo
desconsuelo vagabundo.
Ágata
arrancada
a
la sinfonía pétrea
de
los sueños, finura
en
su silencio, igual
la
felpa florecida.
Sin
par engastado
de
pedernales tu cuerpo
doblegando
toda belleza
así
como el acero paralizado
ante
la arremetida del agua.
Rubí,
esquirla, gajo
de
extraño lucero,
resplandeciente,
inmóvil
dentro
la inmensidad
de
los ojos del tiempo.
Carbón
de piedra
emparentado
a la diamantina,
exuberancia
con su colorido
dentro
de todo lo cavado
durante
los años de ausencia.
VERDE
TERRUÑO
Envuelto
en banderas,
aún
verdes las praderas
estarás
siempre cantando,
combatiendo
dentro las tormentas.
No
existirá tregua alguna
ni
descanso cuando
tras
las plácidas lloviznas
anuncien
siempre sosiegos.
Mientras
desenfrenada la placidez
envuelve
con calidez y mimos
a
cada caminante que lleva
en
sus atados, ternura de mundos.
Será
día o noche
cuando
soleadas las calles
se
disfracen tumultuosas
sabiendo
tu retorno de luna llena.
Otros
tan lejanos, añorando
tal
vez su decrépita distancia
podrán
acabar brumoso y cano
porque
duele tanto las ausencias.
Cansada
la alborada
tratará
de guardar entre sienes
que
siempre será mejor el terruño
donde
la luz primera se precipitó.
EL
RODAR DE LA PIEDRA
No
como cualquier día, hoy
a
la orilla singular del vaivén
incesante
de los años a insistente
aflicción
devano adolorido las charcas
sorteadas
en esta arisca ladera.
Con
la candidez de piedra preciosa
mi
madre espiga y granza luminosa
cuida
mis pasos como el día aquel
cuando
vencido por los maderos de la mesa
no
pude alcanzar la bandeja de las hostias.
Ya
arrancado el cerro verde olivo del terruño
la
infinita pureza azul de su firmamento
aquella
calle ancha fue burilando todo
abrupto
o disparejo otero desde donde
la
belleza se tornaría clorofila de existencia.
Y
los arteros golpes de mudos carceleros
nunca
tardaron en desatar su furia
ignoraban
que la discriminación dialéctica
de
todo cuanto existe había calado hasta el origen
y
sustrato de negación infinita de la muerte y la vida.
Hoy,
pese al maltrecho espigón y rada
donde
recalaron todo desencanto, puedo
confesar
que dentro la banalidad e
insignificancia
de
una piedra tirada en el camino, hallé ternura
total
y sabia, ajena al espanto de la indolencia.
NOCHE
Y DÍA
Absurda
mezcla de canto y lamento,
canto
a tajo abierto de abandono,
lamento
atardecido en plena altitud
ambos
tenían dentro la ausente parodia
ocultar
su verdadera voracidad suicida.
Convergencia
crucial de desencanto
con
asidua insistencia y porfía
derribando
hasta la claridad del día
juntando
las horas se van a meditar
la
metáfora de la belleza esquiva.
Coalición
de diastrofismo, aquella
dentro
la esmeralda mirada de monarca
mientras
bajo el desdén hipócrita
de
los despojos, viva y agonizando todas
las
reliquias empequeñecidas y baratas.
Dónde
hallar el binomio de los ojos
o
los pasos en coincidencia de obstáculos
del
camino, por fin a fuerza mutua
puedan
sentir el mismo aroma e intensidad
de
todo cuanto pueda dar ambos seres.
Tú
el día, yo la noche, he allí el axioma
nada
más que veinticuatro horas navegando
dentro
la luz y sombra, tú sin lástima
afilas
el perfil de la luz para poder
acariciar
a la noche cuando todos duermen.
Desde el país de Jauja, muy buena pluma de mi paisano.
ResponderBorrarSiento que le falta limpiesa en las trovas,parece que tiene una mala definicion de la palabra poesia, Es de notar que nadie llegara a la talla del Maestro Manuel Scorza en donde sus versos son limpios y de caracter amatorio. Siento que le falta a ese señor para ser un poeta.
ResponderBorrarGran poesía de canto rural y telúrica hechura.Orlando Ordóñez es la voz importante de nuestra poesía rural y autóctona. Abrazos
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