El poeta, cuzqueño Iván Yauri, hace algunos meses atrás publicó "Rastro", una muestra poética que trae incorporado un cd, donde podemos aparte de leer el disco, disfrutar de sus poemas hablados.
Desde hace algún tiempo él y yo hemos mantenido comunicación vía redes sociales. Muy amablemente ha aceptado participar en la revista Vicio Perpetuo, con un par de sus poemas. Ahora nos tocó el turno en el blog de poder no solo disfrutar de su poesía, sino compartirla al mundo lector de este modesto blog.
Espero que la lectura de los mismos les traiga satisfacción poética, les alimente el alma, y sobretodo los hermane con nuestros poetas peruanos.
Ritual
Resbalo
de tu cadera parda
amo los
otorongos que respiran
lamo tus
flancos de marea
arde una
cuesta
donde
tus pechos
revientan
de mangle
de
látex de mercurio
polen
tibio en su abismo
araño
con mi rumbo
tu
pupila de nieve tu laringe
mi
aliento quema la distancia
la calma
del beso en el desierto
penetro
en tu vértigo
en tus
peces
para
temblar como canto
como
grano de sonido
ritmo de
maíz
siglo cráter
estrella
dardo
urgente
en el
aroma de tu frío
mundo de
viento
atroz
alumbra y nado
la
música de tu piel
curso de
arcilla
granizo
y vuelo
piedra
vegetal
eco de
piedra que mira
roca mundo limpio
llueve
sed para la tierra
mansa en
nuestra piel
ocre
temblando de sed
ahora
que falta la trama
en la
quebrada su
punto de
luz
su fuego
de torrente
ombligo
de la nieve
sobre tu
rastro morado
arrumaremos
los vivos
y los
muertos.
Ritmo terrestre
A 800
km/h
y 10.000
m.s.n.m.
siento
viajar en la luz
menuda
de los valles
a los
arrieros del sonido
historias
de tambo tibias
en los
triciclos
carretillas
de piedra chancada
grasa de
mecanismo rodando
sangre
de leña
se oye
chirriar los rostros
barro
derramado en su sabor
a estuco
áspero de faena
desde
acá se toca
el ritmo
terrestre
su manta
sucia marcando los minutos
la
tensión de los nudos el vértigo
bravo
del milenio nuestra guerra
de
movimientos contra el veneno
del
Dueño un Tiempo
que
resopla por agrestes callejones
se
advierte
el color
del camino
el uso
perfecto
del
silencio
al
aterrizar
en
nuestra piel
el
húmedo suelo
al
acercar
nuestro
sabio olor
de tibio
mate.
Poema de guachimán ilegal
Aún
desde Altamira
fundábamos
romances.
Ahora
sin cuevas
en las
páginas amarillas
desconocemos
el arte
de inventar.
Brava y
lastimera
nuestra
historia.
Ancha y
ajena de verdad.
Aunque
ciertos días
acabo
por dormirme
buscando
que olvidar
setecientos
minutos de sombras
rameras
o navajas
mezclándote
en canciones.
Pues qué
podrá significar
esta
grávida granada
tan
vasta jalando nuestros pies
flotando
sin respiro
sobre la
que tengo que hallarte:
cuándo
perdí los tintes
la
memoria de cedro
las
dulces arcillas
rodando
hasta aquí desde mi tribu?
Debes
sospechar el reguero de vereda
a través
de la basura.
Con su
gato burbuja negra bajo cero.
Sabrás
que el viento
entablilla
los costados
por
oleadas que cobijan.
Periódicamente
la
mirada viaja y aterriza.
En un
vaho. Ámbar.
Subsisten
cosas centellantes en el vaho.
Viejas
consignas de muro.
Escarcha.
Gato del vaho.
Entre
dos esquinas la noche
no
encuentra su salida.
Pura
niebla que te adivina contra el alba
que abre
tu piel muy despacito
se la va
poniendo despacito.
Solo me
busco tras mis huellas.
Solo me
alimento como puedo
y te
presiento al paso de estas almas.
Puedes
descubrir al tipo que arropa
su
invierno en las cajas vacías.
Esta es
la cuadra del exhibicionista.
Y de la
ronda de la Ley. Qué remedio.
Este
frío nos tuerce la garganta.
Estos
tragos nos pudren el tabaco.
Pero en
cambio no surges
de la
rígida tiniebla ni descubres nada.
No hay
un mísero remedio que persista.
No te
acecho más. Ya que no fuiste.
Ni surjo
más desde mi sombra.
Porque
no serás.
Miseria de la filosofía
Te han
acribillado ahora
los
presuntos profetas
de
siempre.
Han
vuelto a empujarte
para que
olvides.
Ahora
que no están contigo
los que
escribieron
y
bebieron en los parques.
Pero los
pasos no asustan
tu
camino mientras
los
doctores
rasgan
sus trajes.
Porque
no es posible
que después
del estruendo
la
gresca y la poesía
hayas
perdido el tiempo
toda la
vida.
Cuando
te cuidaste bien
de no
perder la vida
durante
todo el tiempo.
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