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lunes, 22 de febrero de 2010

LA BELLEZA NO ES UN LUGAR


Los poemas de Juan de La Fuente se inician en un recorrido por el amor, es así que el poeta nos comparte sus sentimientos y emociones. La muestra en La Tortuga Ecuestre da fe de ello. Disfruten de esta pequeña selección de poemas que aparecieron recientemente como previa al libro que está por venir. "La belleza no es un lugar"


Nachiketas

II

Regálame la primera palabra
o la última, Nachiketas
Nada diré
No contaré nada

Para irme, regálame esta noche:
la historia de los cuerpos encontrados,
el extravío inútil,
el inútil afán de seguir
a quien nunca estará a nuestro lado

Regálame esta vez la primera palabra
o la última
La cubriré de calles, de olas,
de colores transparentes
porque yo también me pierdo
en esta historia, Nachiketas
Como todos nos perdemos en nosotros.


Conversación con Alejandra

Y no he de transcurrir en ti
No he de elegir entre la muerte y tu destino

En el camino que es sólo camino de noche,
en el vino que guardas, en el pan que comerás del viento,
escucho tu nombre, asustado

A cada página añado otra que no es sino el instante
en que te encontré
pálida entre tantas certezas.
Cuando tu historia
se sentaba en mi mesa
y acompañaba mi destierro

(¿Desterrado de qué?
¿Desterrado de dóndes?¿de cómos?¿de quiénes?)

En la certeza habitaba la duda y la duda corría
como un niño por tus ojos.

Supiste que el tiempo no eras tú y gritaste:
En el centro de la belleza habita un dios
Y cada ventana que se abre nos abre otra ventana.

La luz se ha vuelto calle, río, serpiente.
Y yo que soy de piedra ¿con qué alas volaré hacia mí?


Cuando caías,
una palabra
te contuvo.


Conjuro

Si mis palabras crecen en ti
y tus palabras crecen en mí,
estaremos a salvo, hijo mío

Nuestros destinos caminan
más allá de nosotros

Somos la esfera que arde
y se convierte en mar,
en lluvia,
en lágrima

Y ese silencio cómplice nos obliga
a callar
sin palabras que guardar en el diván
sin secretos que desnudar en esta plaza
en la que ahora estamos juntos para
volver a todas partes
Hijo mío: yo también soy tu hijo

Es lo mismo crecer
que detenerse en tu mirada

Aunque estemos perdidos somos dos los encontrados
Al borde del camino somos el único camino
El uno para el otro invocando el origen de todos

Ahora somos todos, hijo mío:
el destierro el regreso
el no haber partido jamás de este
lugar y haber visto cómo
van las huellas a buscarnos

Somos eso, hijo mío
Y las palabras nos ayudan a cruzar
estas calles vacías
Y en ellas, sólo nosotros
seremos otra vez nosotros.


Señales de Tierra

Deja todo lo que tengas:
La tarde que te abruma
el solsticio de invierno en tu memoria
la falsa plenitud de estar ausente
la luna que se esconde entre tus venas.

Que nadie te distraiga de lo que no ves,
porque lo verás todo.
Y todo lo habrás olvidado.

Sigue tus pasos
Ellos te guiarán hasta el tiempo que habitas.
Una luciérnaga como un aro de agua y luz escanciará tu camino.
Sigue la voz que no te habla.
Sigue la piedra que se aleja y no te apartes de sus huellas.
Síguela hasta entrar en un bosque irremediable,
que escapa desde siempre.

Y regresa a ti.

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