Comentario sobre ¡Exhorto!, de Salomón García
Los poemas de Salomón García nos interpelan
en cuanto son los vívidos testimonios de un sindicalista que tiene mucho que
decir sobre estos tiempos de trabajo precario y de tercerización de servicios (outsourcing). Los trabajadores de la
cultura de la región peruana (como todos los que viven de un salario o sueldo)
están insertos en un contexto de globalización económica y este fenómeno nos
afecta como individuos y colectivo. Los sindicatos se vienen recuperando
paulatinamente de nefastas épocas en las que el gobierno canalla de Fujimori
arremetía ferozmente y proponía (siguiendo los dictados del FMI y el Banco
Mundial) una flexibilización laboral irrestricta para abaratarles los costos a
los empresarios con el fin de hacerlos más competitivos. En la práctica, esto
se tradujo en una sistemática política antisindical y de sobreexplotación
laboral sin misericordia. Ciertamente, los jóvenes fueron (son) los más
afectados de la PEA.
De esta forma, es plenamente entendible y
justificable la indignación (y la rabia) contra los politiqueros y causantes de
este statu quo. Y Salomón no se
arredra ni se calla en ¡Exhorto!
“Cómo te han de doler tus entrañas nación nuestra”, dice en “Llaga fresca”, uno
de sus poemas más sentidos. Como buen hijo de la comunidad autogestionaria de
Villa El Salvador, también le canta exaltado en “Tierra prometida”.
Entre nosotros, hay
extraordinarios poetas de combate y de versos flamígeros que nos sirven de
referentes imprescindibles. González Prada, Leoncio Bueno, Edgardo Tello,
Javier Heraud, Manuel Scorza, Magda Portal, entre otros, son algunos de ellos.
Y no solo nos referimos a sus textos, sino a la hermosa coherencia entre poesía
y ethos.
Es palpable la gran indignación y la recusación
en poemas como “Represión”, “Llaga fresca”, “A bodrios y cacasenos” y “Los
resistidos”, aunque todo el libro de García está trasegado por un “relámpago
perpetuo” (Scorza dixit). Asimismo, se percibe claramente la esperanza y lo que
enunció Scorza en uno de sus poemas más emblemáticos: “el rumor de un pueblo
que despierta / ¡es más bellos que el rocío!”.
Por consiguiente, este libro de Salomón
García se debería leer con voz alta, estentórea, para ser escuchado y asimilado
por las masas esquilmadas, pero esperanzadas en un futuro sin amos ni opresión.
Salvo mejor parecer.
Márlet Ríos, escritor,
sociólogo y exsindicalista
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