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miércoles, 2 de septiembre de 2020

4 POEMAS DE CAROLINA O. FERNÁNDEZ




Compartimos algunos poemas de Carolina O. Fernández, gran poeta con una trayectoria literaria ya reconocida. Ganadora de concursos literarios y activista en la defensa de los derechos de la mujer. Con una vigencia literaria marcada, la poeta nos ofrece sus textos para compartirlos a través de este blog. Esperamos lector que pueda disfrutar de su poesía. 


*

Una madrugada de verano entre las calles enjauladas de la capital, madre extraviada posó  errabunda sobre el techo de una vieja casa y yo arribé a esta pequeña estrella parecida a un globo de helio con sabor a aguaymanto y capulí.
                        Soy Nadie.
                                    Y tú quién eres?
Vivimos en un barrio sencillo abierto a los ojos de un eidolado mundo lleno de árboles y piedras  que se veían como un gran horizonte lunar. Y había una cruz luminosa que se miraba a la distancia y acompañaba las oraciones a la estrellita del sur. Mamá siempre estaba trabajando porque padre se olvidaba del nido y yo acompañándola  me acostumbré a su  silencio, y su silencio por las noches se convertía en el  cantar de los grillos, y el cantar de los grillos en  una proclama intermitente. Mamá decía que podían anunciar desgracia y yo rogaba al sol y a papalindo (así le llamaba la vecina que a veces nos cuidaba) que no ocurriese nada malo. Algunas noches de luna llena, cuando se  iba el mal humor, recostadas sobre el césped, veíamos las estrellas y viajábamos al interior de ellas. Mamá hablaba de la inmensidad de la creación, yo le contaba lo que veía al interior de los claros de la Luna, aprendí a deletrear las nubes pequeñas y redondillas y a descubrir los fantasmales sueños cuando tomábamos el tren al mediodía y volvíamos  bien entrada la luna.  Todos cuentan que cuando mamá sonríe alumbraba el horizonte. Y es verdad, yo aún anido en su sonrisa.

LA GOLONDRINA

Nombrar
lo que se lleva dentro
el árbol
hojarascas
mi corteza

En la memoria abundan paisajes
no aman teñirse el cabello

Desprenderse
Desgajar la palabra
astral
la unidad cuántica
y anudar
besar los ojos
            (no los anteojos)

Al abrir la ventana
se abre el velo
quebradizo de mis labios

En las hayas una luz
tan oscura como mi piel
brinco de un barranco a otro
hasta arribar al piélago

Sumerjo mis ímpetus
en oleado canto  El Pacífico
ruge

Soy una golondrina que saluda al mar
Para llegar a mí y empezar
me arranco los ojos
pestañeo sangre
balbuceo canto a las montañas

Para llegar a mí
y descubrir la orilla
arrancarme los albatros
más allá del misterio
lograr la escollera verde
viajo por dunas
oceánicos vientos nutridos de coleópteros
o  enmudezco ante el cantar
de la escritura  que zozobra

Madre no debió abandonar
el balcón de aquella puerta azul
sobre la montaña más alta

No debió escuchar a papá
así  yo no habría
venido a esta cima

No estaría con mi canto
a riesgo de extinguirse
en la penumbra de este
pequeñísimo globo azul
a punto de estallar

Y las calles de París
en fosforescente lengua
entorpece a la guardia vieja
y la Tour de Eiffel

La ciudad himno
himno al amor  art nouveau
Christian Dior y carburante
en los pulmones
                        del tercer mundo

Comuna de París
Kristeva
Ollé y Verástegui  en París
            barricadas en  los Campos Elíseos
yo ofrecía cigarrillos con mi poncho rojo
            barricadas en  P
y los mandatarios no  renuncian
y tu amor y mi amor sin máscaras
Máscaras de la diablaba en París
en los carnavales de Málaga y Venecia

Nombrar el mundo
o lo que llevamos dentro
sin antifaz

 *

Mi cuerpo 
es decir mi país 
es un campo de batalla

Todo el tiempo ha sido
un campo de batalla
una república oscura
de flores que rehúyen
caudillos de vanidad
entumecida en los lavaderos
profundos de la tierra

Mi campo 
mi país  gramatical
traición   olvido
estupor
tantas veces un poema ignorado
como el yanantin que nivela
los cerros para construir juntos
la  madera de un hogar
o para sacar el clavo de mis ojos

Mi casa 
mi país
es el qhapac ñan transitado
de noche en  media Luna

Como en  tiempos no idos
el Sol irradia ceques
hacia las montañas de las urbes

Ofrenda de los ayllus
a las comunidades no sometidas
en la huaca de mi barrio

Pero no tengo casa ni país
sino  un  agridulce manzano
que resuena en mi oídos

*
A la bella niña de Ampato

Una madrugada nació la niña entre sábanas de arena
y el lenguaje indomable de pájaras cantoras
a los cuatro sostuvo entre sus alas una cajita de zapato
con wawas recién nacidas
Estrella migrante como su madre
pájara cantora
su lenguaje sabe a hierba sabe a canto
arma radios y parlantes
compone canciones electrónicas
onda musical que se expande
en la órbita interespacial
del fuego de sus ojos
Descubre desajustes cuánticos
entre las palabras y los actos
Descifra sin decirlo los enigmas de la bella niña de Ampato
da clases de runasimi matemática ortografía
Atraviesa acequias
temporales agrios y fronteras
aires risueños para sembrar y cosechar uvas
duraznos y aguacate
y aunque quieran destruirla quemarla
arrancarla como a Charllotte Salomon
Máxima Acuña  Hipatía  o Berta Cáceres
+
no matarán su lenguaje indómito
ni su sonrisa al interior del Sabancaya
ni en esta pequeña casa a punto de estallar


Carolina O. Fernández (Lima, Perú), escribe textos poéticos y ensayos. Es ama de casa, profesora de la UNMSM y autora de No queremos cazar la noche (2019) y A tientas  (2016) entre otros. Este libro fue finalista en el premio Copé de poesía 2015 y primer premio de los Viernes Literarios. Entre sus ensayos destacan Procesos de descolonización del imaginario y del conocimiento en América Latina. Poéticas de la violencia (2004), Poéticas afroindoamericanas. Episteme, cuerpo y territorio (2014); La letra y los cuerpos subyugados. (1999). Estudió doctorado en Ciencias Sociales en la UNMSM, maestría en Letras en la Universidad Andina Simón Bolívar de Quito y  Género y ciudadanía en la Universidad de Huelva, España 

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