Sergio Gómez Reátegui publica su primer poemario a fines del año pasado y quizás se piensa que es una voz nueva en la poesía peruana si hablamos de publicaciones, sin embargo, podríamos decir sobre su trabajo como promtor cultural, además ya contar con una plaqueta poética en su haber, así el poeta es más reconocido por su trabajo de promotor cultural, organizando recitales y lecturas, realizando registros fílmicos de nuestros poetas consagrados. Este libro llega en el momento preciso, cuando empezamos a dejar un poco la pandemia y volvemos a los eventos y presentaciones a los recitales y lecturas. Queremos compartir de su libro "Sobre papel ajado" unos poemas para su lectura.
Testimonio.
Escribo de mi juventud,
esa fruta descascarada,
arrojada sola con mis moscas en el pavimento.
Afirmo que los poetas
no viven de aplausos,
sino de cervezas, y que sus botellas
son tan importantes como sus mujeres,
que en casa, ya a solas, los ahorcan.
Escribo, pero ando tan solo,
que si mi sombra me abrazara, le daría frío.
La poesía de mi generación no sabe
en qué cama despierta, pues los poetas son ruiseñores amamantados por el embuste,
cuando borrachos llaman
musa a sus escobas.
Anuncio que mi padre ya es abuelo,
y siempre se entendió mejor
con sus periódicos que con nosotros,
que mi madre es una tortuga,
y su caparazón nos protegerá
hasta el día de su muerte.
Escribo porque hoy desperté con ganas de hacer cosas importantes,
como, por ejemplo, volver a dormir.
La noche me mira con sus ojos falsamente coloreados,
y en los bulevares se manosea el rebaño.
Escribo sobre papel ajado,
con los ojos, con las manos,
con el lápiz de mi sexo,
que el amor alguna vez llegará,
que alguna vez llegará,
como una ruidosa ambulancia,
y ese será, por fin, mi poema.
Ofelia
“No la flor que das; la flor que eres, quiero”
Fernando Pessoa.
Esa malvada mariposa canela
se posó en mi hombro en pleno invierno
el más crudo de mis inviernos
y sin saberlo me trajo
las primeras luces
de la primavera.
Hay mujeres que provocan hundirnos en el océano de su cuerpo,
ir como un pez por sus profundidades de caracolas,
algas suaves, y hacerlas estallar
sobre los peñascos mordiéndolas.
Pero cuando Ofelia se despojaba de sus prendas
el mundo que a escondidas vive, es decir,
las arañas que tejen historias,
los grillos, el escarabajo que duerme en mis zapatos y yo,
nos asombrábamos: mis ojos veían clarear la aurora
y me sentía pequeño,
insignificante,
como uno de esos bichos ante su luz.
Ofelia es la dueña de este enjambre
de lirios blancos y jardines apacibles:
decenas y decenas de muchachos
se irían felices colgados de su falda
por un precipicio.
Yo he salido del hoyo al sol de la mañana
para verte otra vez.
¿Por qué piensas que no podré besar tus cicatrices,
si tus labios eran ungüento en las mías,
si me prohíbo parpadear al mirarte?
Me niego a vivir este presente de mirarnos como estatuas, me niego a tenderte mi cariño y que lo arrojes
como una flor enferma.
¿Acaso no lo dije entre dientes,
mientras mordía el pan caliente de tus muslos?
Si me besas, la vida se ecualiza:
nada se compara a esas lágrimas de gozo
que bebí de tu cántaro.
Bienaventurados quienes no hallaron entre tus piernas
el reino de los cielos,
bienaventurados sean.
Es verdad:
el amor es un animal que me espanta,
pero no todos tenemos una Ofelia en esta vida.
Es mejor eso que vivir así,
emboscado, sin poder salir de aquella trampa que una noche, deliciosamente borracha, me tendiste.
Advertencia.
Cuando acaricias un cuerpo,
acaricias también retazos
grietas, agua estancada
flores que no crecieron.
La sombra del hombre que te acompañó
es hoy la sombra de un cielo indiferente,
su amor no es más que un pájaro intraducible.
¿Cuál de sus caras crees haber visto?
Nos faltó el agua de otras bocas,
el oleaje nocturno de otros,
muchos cuerpos encima nuestro,
para aprender a estar juntos. De la poesía me retiré
como se retiran los mediocres boxeadores:
colgué los guantes de toda escritura.
Leer es para un poeta
su campo de entrenamiento.
Entrené durante años,
pero ignoro si ha servido para algo.
No todos están destinados a obtener
una medalla en esta contienda.
Igual, me voy satisfecho:
hay que tener buena quijada
para plantarse frente al público
y leer tu propia poesía.Sergio Gómez Reátegui (Lima, 1975)
De formación autodidacta, ha tenido participación en
actividades culturales y distintos recitales a lo largo de estos últimos
años.
El 2015 publicó una plaqueta con Vagón Azul Editores
titulada "El Elefante dormido". Además, es el creador del proyecto de
difusión poética La Poesía Embiste, a través del cual ha registrado en
video a voces importantes de la poesía peruana,
tales como Rossella Di Paolo, Leoncio Bueno e Hildebrando Perez.
"Sobre papel ajado" (Panóptico 2021) es su primer poemario.
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