Cuando era niño, era bueno en dibujo. Ya luego en la adolescencia dejé de lado los dibujos y los retratos. Un buen día me puse a leer un libro de literatura peruana. En el interior había retratos de muchos autores. Copié todos en hojas de cuaderno, luego las guardé y archivé entre mis papeles.
Hoy he decidido, sacar algunos de esos dibujos y ponerlos ante ustedes. Este retrato de Eguren es uno de ellos, espero os guste y mucho más su poesía.
LOS DELFINES
Es la noche de la triste remembranza;
en amplio salón cuadrado,
de amarillo iluminado,
a la hora de maitines
principia la angustios
a contradanza
de los difuntos delfines.
Tienen ricos medallones
terciopelos y listones;
por nobleza, por tersura
son cual de Van Dyck pintura;
mas, conservan un esbozo,
una llama de tristura
como el primo, como el último sollozo.
Es profunda la agoníade su eterna simetría;
ora avanzan en las fugas y compases
como péndulos tenaces
de la última alegría.
Un Saber innominado,
abatidor de la infancia,
sufrir los hace, sufrir por el pecado
de la nativa elegancia.
y por misteriosos fines,
dentro del salón de la desdicha nocturna,
se enajenan los delfines
en su danza taciturna.
LOS ÁNGELES TRANQUILOS
Pasó el vendaval; ahora,
con perlas y berilos,
cantan la soledad aurora
los ángeles tranquilos.
Modulan canciones santas
en dulces bandolines;
viendo caídas las hojosas plantas
de campos y jardines.
Mientras sol en la neblina
vibra sus oropeles,
besan la muerte blanquecina
en los Saharas crueles.
Se alejan de madrugada,
con perlas y berilos,
y con la luz del cielo en la mirada
los ángeles tranquilos.
LIED IV
La noche pasaba,
y al terror de las nébulas, sus ojos
inefables reían de tristeza. La muda palabra
en la mansión culpable se veía,
como del Dios antiguo la sentencia.
La funesta falta
descubrieron los canes, olfareando
en el viento la sombra de la muerta.
La bella cantaba,
y el florete durmióse en la armería
sangrando la piedad de la inocencia.
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