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miércoles, 6 de mayo de 2020

"ÍDOLA O EL LEVE NOMBRE DE LAS COSAS" DE HUGO VELAZCO





El poeta Hugo Velazco muy prolífico en su creación nos ofrece un nuevo libro de poemas que apareció semanas antes de esta pandemia que nos mantiene aislados de cuerpo presente pero unidos vía las redes sociales y medios de comunicación virtual, y telefónico. Por tal motivo nosotros aprovechamos la oportunidad para dar continuamente a nuestros lectores poesía escrita en nuestro país. Desde Huancayo llegan los poemas de Velazco, quien tuvo la amabilidad de compartirnos sus poemas del reciente libro, no hubo tanto tiempo como para difundir adecuadamente o realizar una presentación oficial del libro. Pero este blog pretende ser ese espacio donde se den a conocer los libros y los autores. Disfruten de la poesía.

Un mundo sin palabras

La arena agitada de la playa donde nos recostamos una tarde
era un mundo sin palabras
construido quizá torpemente por el oficio de nuestros ojos.
El viento salado disolvió nuestros labios
y el mar que no obedece nada se apoyaba en nosotros,
reencontraba nuestros cuerpos detenidos como escombros,
sitiaba nuestra imbécil presencia entre el pico detenido de una gaviota
y el polvo desorientado de una ola.

Allá atrás, la ciudad;
allá lejos, horrenda y sin embargo magnífica, la ciudad sublevada del desierto.
Y aquí mi modo de ser y mi cuerpo con toda su antigüedad,
mis órganos y sus trabajos, mi ropa muerta
y luego tú, precipitada en mi pecho como una lluvia apagada y sin danza
y más todavía: como una lluvia podrida,
podrida y sin embargo hermosa.


Nada se queda conmigo

A estas alturas uno va devolviéndole al ruido lo que le pertenece:
su infatigable eco, su tacto enredado…
Nada se queda conmigo.
Solo la poesía me pertenece como un campo baldío,
como lluvia derramada,
solo la poesía y esa atenta obsesión por el misterio,
ese gozo secreto de no ser descifrado,
ese saberse delincuente bajo la lluvia, entre calles,
con extraños en los pasillos honrados,
en callejones sin salida, en los bares ocultos,
en las mesas decentes.

Y la poesía era un derecho natural como tener un nombre correcto
o vivir más de la cuenta siempre pensando, pensando,
en el exagerado embrujo del poema honesto, bien calibrado,
que los vecinos no advirtieron en tu rostro
y mucho menos en tu ropaje de pájaro derribado
que nadie nunca dudó siquiera de tu pudor ni de los libros
que te crecían ni de las mujeres que te hilvanaban con su desnudez
y menos aún de tu miseria terrestre.
Y la poesía era tan humana como una mano
o un arma perfectamente entendida para salir a matar decorosamente.
Y la poesía era un pretexto para intervenir en el espantoso mundo
aunque nadie creyera que merodear hambriento y solo y paria
era un poema al pie de la letra,
y mirar la luna como un gigantesco caracol nocturno
un poema derecho y perverso,
y destruirse en prostíbulos con amores fraudulentos
un poema doblemente perverso.
La poesía era tan humana que se gastaba como una pala
o una moneda en manos ajenas.
Pero acaso hay quienes sospechan que la poesía existe por sí misma,
sin necesidad del hombre que la piense o la cumpla;
que es probable que su conjuro se mantenga en el humor tosco
de la materia primitiva de una roca terminada o un fósil podrido,
en la exudación original de una criatura rudimentaria
o en la costumbre callada de las algas dentro del río.

Ahora solo soy capaz  de la desdicha.
La poesía no tiene nombre, el poema no empieza, no termina
no se abandona a tales ruinas.
Ahora solo soy capaz  de la desdicha, sábelo:
El poeta es superior a la verdad o a la mentira;
y el poema desafía como si fuese uno mismo,
como si fuese  una manera de acomodar el rostro
y no amontonarse vencido.
A estas alturas uno va devolviéndole al ruido lo que le pertenece;
nada se queda conmigo.
La poesía crece sin pedir permiso
a 1011células sanguíneas por día,
cuidadosa, pulsátil, impasible, como el vientre de un insecto.
Y la poesía es sonido enterrado,
ADN impecable, callada herencia, sangre agrandada, invención perpetua



Hay días


Hay días en que me pudro como un pájaro en el suelo.
Hay días en que me crecen palabras y las escucho agrandarse sobre mí.
Hay días en que me pierdo en el estallido núbil de una sonrisa conocida
y en el estallido también de unos senos como dos suspiros.
Hay días en que no puedes verme,
me borro en la lluvia, me desmorono en su palacio invisible
y nadie sabe que todo, todo me traga como una bestia atormentada:
la ciudad, los árboles, los pájaros, los poemas pronunciados.
Hay días en que mi trabajo consiste en calcular el peso correcto
de la hoja que cae
y mirar el aire calladamente;
husmear en los parques y considerar el desarrollo volátil de las palomas.
Hay días que no existen y son como ese estarse solo de las pirámides,
indiferentes del tiempo.
Hay días en que alguien camina conmigo y no dice nada.
Y días en que no tengo una moneda y su órbita porqué sentirme responsable.
Hay días en que amanezco sin cuerpo en el fondo de mi cama
y no tengo nada que olvidar ni por quién someterme a la memoria.
Hay días en que me vuelvo pájaro y me acumulo en el aire.
Hay días graves en que confundo la cosa con la palabra.
Hay días en que me reconozco en una persona que bosteza,
en otra que duda de su sombra, en otro que miente mientras sonríe.
Hay días en que muero una muerte terrible
como un pez separado del agua, como un animal roto.
Hay días en que alguien me agarra la mano y me lleva lejos, lejos sin que yo llore.
Cómo explicar todo lo que ocurre cuando abro los ojos y toco el mundo
y la luz es arquitectura incesante semejante al cuarzo y sus modales
y el tiempo persevera en la piedra y sus ademanes.
Hay días en que avanzo de espalda y pienso sin palabras.
Hay días en que soy otro y mi pobre nombre y mi cara y aun mis sueños no me pertenecen.
Y el cigarro que fumo me construye como un fantasma desenterrado.
Y el cigarro que fumo me siembra en el aire como un pájaro iluminado.
Y si acaso aún hay algo de humano en mí
es esa necesidad de ponerle a cada cosa un nombre exacto
y en silencio pronunciarme
para siempre.


Las manos

He vivido en cuatro países,
en hoteles de varias estrellas,
en casas ordinarias,
en cocheras y en establos.
En todos ellos racimos de manos
me sonrieron.
Manos blancas, negras, suaves y de piedra,
manos calientes y frías, manos transparentes y con uñas,
manos discretas y atrevidas.
Todos me tendieron la mano
quizá porque sospecharon que era poeta
por mi aspecto de estropajo, por mis libros deshojados
y mi hablar de pájaro.
Quienes no tenían manos, me dieron lo que tenían;
no exagero, hasta los animales me dieron sus manos.
El mundo,
señoras y señores, está hecho de manos.
Y todas las manos
son una sola mano
         (mejor dicho, una manada).



El mar

Los pájaros escamosos del mar hacen el mar,
los peces del aire también fabrican el mar,
y las rocas que se diluyen
y la niebla fantasmal
y la arena que sosiega su peso
y el sol que quema el agua es el mar.

El mar convoca todas las cosas
en un orden inevitable.

Miro el mar solitario
y las olas de mi sangre vibran.


De Idola o el leve nombre de las cosas




HUGO VELAZCO FLORES (Huancayo, Perú, 1986). Ejerce la docencia. Tiene estudios de pos grado en Psicología por la UCV y Literatura española e hispanoamericana en la Universidad de Barcelona. Es director de la revista Bit de poesía peruana reciente y de la revista Calle Irreal de narrativa fantástica.

Ha publicado los poemarios: «Aya Taki» (2008), «La memoria del cuerpo» (2010), «La tierra ósea» (2011), «Cartografía aplicada o nueva técnica para dibujar el ruido de las flores» (2012), «Poesía genital» (2015) e «Idola» (2020).

En narrativa ha publicado los libros de cuentos: «El tiempo de los muertos» (2012), «El daño y otros relatos» (2014), «Como dos músicas iguales y otros lunares sobre cuentos» (2017), «Yo vivo en ti» (Antología) (2017), «El bonsái Kobayashi» (Antología) (2018) y «La carnada» (2019).

Ha obtenido, entre otros:
Primer premio nacional de poesía Universidad Nacional Pedro Ruiz Gallo (2008).
1° Lugar en el concurso de poesía FELIZH-2013, Huancayo.
1° Lugar en el concurso Muro abierto del festival internacional de poesía, Lima, 2013.
Primer lugar en el XXII Certamen de relato fantástico Gazteleku de Sestao, España, 2017.
Ganador del concurso de relatos Los libros de Charlie Palacio Cultural, Argentina, 2017.
Primer lugar en el concurso El cuento de las 1000 palabras de la Revista Caretas, 2018.

Ha sido antologado en: Confesiones de un descreído, antología de poesía peruana actual. (Lima), Literatura de Junín por Isabel Córdova Rosas (Madrid), Último tambor, poesía última de Junín (Huancayo), Vertientes, muestra de poesía contemporánea de Junín (Huancayo), Enero en la palabra (Cusco), De visita, cuentos sobre la violencia política de los años ochenta y noventa (Lima), 14 narradores huancavelicanos (Huancavelica), A orillas del río Ichu (Huancavelica), Entre amores y melodías (Lima), Otras realidades, Municipalidad de Lima (Lima), Los cuadernos de Charlie (Argentina).

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