El poeta Hugo Velazco muy prolífico en su creación nos ofrece un nuevo libro de poemas que apareció semanas antes de esta pandemia que nos mantiene aislados de cuerpo presente pero unidos vía las redes sociales y medios de comunicación virtual, y telefónico. Por tal motivo nosotros aprovechamos la oportunidad para dar continuamente a nuestros lectores poesía escrita en nuestro país. Desde Huancayo llegan los poemas de Velazco, quien tuvo la amabilidad de compartirnos sus poemas del reciente libro, no hubo tanto tiempo como para difundir adecuadamente o realizar una presentación oficial del libro. Pero este blog pretende ser ese espacio donde se den a conocer los libros y los autores. Disfruten de la poesía.
Un
mundo sin palabras
La
arena agitada de la playa donde nos recostamos una tarde
era
un mundo sin palabras
construido
quizá torpemente por el oficio de nuestros ojos.
El
viento salado disolvió nuestros labios
y
el mar que no obedece nada se apoyaba en nosotros,
reencontraba
nuestros cuerpos detenidos como escombros,
sitiaba
nuestra imbécil presencia entre el pico detenido de una gaviota
y
el polvo desorientado de una ola.
Allá
atrás, la ciudad;
allá
lejos, horrenda y sin embargo magnífica, la ciudad sublevada del desierto.
Y
aquí mi modo de ser y mi cuerpo con toda su antigüedad,
mis
órganos y sus trabajos, mi ropa muerta
y
luego tú, precipitada en mi pecho como una lluvia apagada y sin danza
y
más todavía: como una lluvia podrida,
podrida
y sin embargo hermosa.
Nada
se queda conmigo
A
estas alturas uno va devolviéndole al ruido lo que le pertenece:
su
infatigable eco, su tacto enredado…
Nada
se queda conmigo.
Solo
la poesía me pertenece como un campo baldío,
como
lluvia derramada,
solo
la poesía y esa atenta obsesión por el misterio,
ese
gozo secreto de no ser descifrado,
ese
saberse delincuente bajo la lluvia, entre calles,
con
extraños en los pasillos honrados,
en
callejones sin salida, en los bares ocultos,
en
las mesas decentes.
Y
la poesía era un derecho natural como tener un nombre correcto
o
vivir más de la cuenta siempre pensando, pensando,
en
el exagerado embrujo del poema honesto, bien calibrado,
que
los vecinos no advirtieron en tu rostro
y
mucho menos en tu ropaje de pájaro derribado
que
nadie nunca dudó siquiera de tu pudor ni de los libros
que
te crecían ni de las mujeres que te hilvanaban con su desnudez
y
menos aún de tu miseria terrestre.
Y
la poesía era tan humana como una mano
o
un arma perfectamente entendida para salir a matar decorosamente.
Y
la poesía era un pretexto para intervenir en el espantoso mundo
aunque
nadie creyera que merodear hambriento y solo y paria
era
un poema al pie de la letra,
y
mirar la luna como un gigantesco caracol nocturno
un
poema derecho y perverso,
y
destruirse en prostíbulos con amores fraudulentos
un
poema doblemente perverso.
La
poesía era tan humana que se gastaba como una pala
o
una moneda en manos ajenas.
Pero
acaso hay quienes sospechan que la poesía existe por sí misma,
sin
necesidad del hombre que la piense o la cumpla;
que
es probable que su conjuro se mantenga en el humor tosco
de
la materia primitiva de una roca terminada o un fósil podrido,
en
la exudación original de una criatura rudimentaria
o
en la costumbre callada de las algas dentro del río.
Ahora
solo soy capaz de la desdicha.
La
poesía no tiene nombre, el poema no empieza, no termina
no
se abandona a tales ruinas.
Ahora
solo soy capaz de la desdicha, sábelo:
El
poeta es superior a la verdad o a la mentira;
y
el poema desafía como si fuese uno mismo,
como
si fuese una manera de acomodar el
rostro
y
no amontonarse vencido.
A
estas alturas uno va devolviéndole al ruido lo que le pertenece;
nada
se queda conmigo.
La
poesía crece sin pedir permiso
a
1011células sanguíneas por día,
cuidadosa,
pulsátil, impasible, como el vientre de un insecto.
Y
la poesía es sonido enterrado,
ADN
impecable, callada herencia, sangre agrandada, invención perpetua
Hay
días
Hay
días en que me pudro como un pájaro en el suelo.
Hay
días en que me crecen palabras y las escucho agrandarse sobre mí.
Hay
días en que me pierdo en el estallido núbil de una sonrisa conocida
y
en el estallido también de unos senos como dos suspiros.
Hay
días en que no puedes verme,
me
borro en la lluvia, me desmorono en su palacio invisible
y
nadie sabe que todo, todo me traga como una bestia atormentada:
la
ciudad, los árboles, los pájaros, los poemas pronunciados.
Hay
días en que mi trabajo consiste en calcular el peso correcto
de
la hoja que cae
y
mirar el aire calladamente;
husmear
en los parques y considerar el desarrollo volátil de las palomas.
Hay
días que no existen y son como ese estarse solo de las pirámides,
indiferentes
del tiempo.
Hay
días en que alguien camina conmigo y no dice nada.
Y
días en que no tengo una moneda y su órbita porqué sentirme responsable.
Hay
días en que amanezco sin cuerpo en el fondo de mi cama
y
no tengo nada que olvidar ni por quién someterme a la memoria.
Hay
días en que me vuelvo pájaro y me acumulo en el aire.
Hay
días graves en que confundo la cosa con la palabra.
Hay
días en que me reconozco en una persona que bosteza,
en
otra que duda de su sombra, en otro que miente mientras sonríe.
Hay
días en que muero una muerte terrible
como
un pez separado del agua, como un animal roto.
Hay
días en que alguien me agarra la mano y me lleva lejos, lejos sin que yo llore.
Cómo
explicar todo lo que ocurre cuando abro los ojos y toco el mundo
y
la luz es arquitectura incesante semejante al cuarzo y sus modales
y
el tiempo persevera en la piedra y sus ademanes.
Hay
días en que avanzo de espalda y pienso sin palabras.
Hay
días en que soy otro y mi pobre nombre y mi cara y aun mis sueños no me
pertenecen.
Y
el cigarro que fumo me construye como un fantasma desenterrado.
Y
el cigarro que fumo me siembra en el aire como un pájaro iluminado.
Y
si acaso aún hay algo de humano en mí
es
esa necesidad de ponerle a cada cosa un nombre exacto
y
en silencio pronunciarme
para siempre.
Las
manos
He
vivido en cuatro países,
en
hoteles de varias estrellas,
en
casas ordinarias,
en
cocheras y en establos.
En
todos ellos racimos de manos
me
sonrieron.
Manos
blancas, negras, suaves y de piedra,
manos
calientes y frías, manos transparentes y con uñas,
manos
discretas y atrevidas.
Todos
me tendieron la mano
quizá
porque sospecharon que era poeta
por
mi aspecto de estropajo, por mis libros deshojados
y
mi hablar de pájaro.
Quienes
no tenían manos, me dieron lo que tenían;
no
exagero, hasta los animales me dieron sus manos.
El
mundo,
señoras
y señores, está hecho de manos.
Y
todas las manos
son
una sola mano
(mejor dicho, una manada).
El
mar
Los
pájaros escamosos del mar hacen el mar,
los
peces del aire también fabrican el mar,
y
las rocas que se diluyen
y
la niebla fantasmal
y
la arena que sosiega su peso
y
el sol que quema el agua es el mar.
El
mar convoca todas las cosas
en
un orden inevitable.
Miro
el mar solitario
y
las olas de mi sangre vibran.
De Idola o el leve nombre de las cosas
HUGO
VELAZCO FLORES (Huancayo, Perú, 1986). Ejerce la docencia. Tiene estudios de
pos grado en Psicología por la UCV y Literatura española e hispanoamericana en
la Universidad de Barcelona. Es director de la revista Bit de poesía peruana
reciente y de la revista Calle Irreal de narrativa fantástica.
Ha
publicado los poemarios: «Aya Taki» (2008), «La memoria del cuerpo» (2010), «La
tierra ósea» (2011), «Cartografía aplicada o nueva técnica para
dibujar el ruido de las flores» (2012), «Poesía genital» (2015) e «Idola» (2020).
En
narrativa ha publicado los libros de cuentos: «El tiempo de los muertos» (2012),
«El daño y otros relatos» (2014), «Como dos músicas iguales y otros lunares
sobre cuentos» (2017), «Yo vivo en ti» (Antología) (2017), «El bonsái Kobayashi»
(Antología) (2018) y «La carnada» (2019).
Ha obtenido, entre otros:
Primer premio nacional de poesía
Universidad Nacional Pedro Ruiz Gallo (2008).
1° Lugar en el concurso de poesía
FELIZH-2013, Huancayo.
1° Lugar en el concurso Muro abierto
del festival internacional de poesía, Lima, 2013.
Primer lugar en el XXII Certamen de relato
fantástico Gazteleku de Sestao, España, 2017.
Ganador del concurso de relatos Los libros de Charlie Palacio Cultural,
Argentina, 2017.
Primer
lugar en el concurso El cuento de las
1000 palabras de la Revista Caretas, 2018.
Ha
sido antologado en: Confesiones de un
descreído, antología de poesía peruana actual. (Lima), Literatura de Junín por Isabel Córdova Rosas (Madrid), Último tambor, poesía última de Junín
(Huancayo), Vertientes, muestra de poesía
contemporánea de Junín (Huancayo), Enero
en la palabra (Cusco), De visita, cuentos
sobre la violencia política de los años ochenta y noventa (Lima), 14 narradores huancavelicanos
(Huancavelica), A orillas del río Ichu
(Huancavelica), Entre amores y melodías
(Lima), Otras realidades,
Municipalidad de Lima (Lima), Los
cuadernos de Charlie (Argentina).
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