En 2010, fuimos a Chiclayo a la Fiesta del Diantre, dónde visitamos Puerto Etén y leímos poemas en diversas ciudades, fuimos a Puerto Pimentel junto al músico Mario Barrenter y amigos poetas como Leoncio Luque, Roberto Salazar y el mismo Johnny Barbieri. Fuimos a Tumbas Reales de Sipán y al ver el precio de las entradas a Roberto se le ocurrió la idea de decir que eramos poetas y nos hicieron el descuento respectivo por ser creadores de arte escrito. Aquel Festival nos trajo mucha alegría y nos brindó amigos que perduran hasta el día de hoy. De Barbieri queremos entregarle unos poemas. Queremos agregar que Johnny obtuvo el premio Copé de poesía el cual es uno de los más prestigiosos del país y que lo obtiene muy merecidamente, pues su trayectoria va a la par de la gran cantidad de títulos que ha publicado.
cuatro cuervos
cuatro
cuervos cuelgan a mitad del camino
crecen
ojos para ver tus pasos que se desploman
sobre la acera
la
tierra envejecida echa sus raíces para detenernos
los
cuervos neblinosos se paran sobre los fierros
que nos circundan
la
lluvia nos atrapa afuera mientras busco la espesura
de
esta luz que se va apagando de a poco
los
alfileres cuelgan tu rostro en la noche
las
sombras abultan los espacios de los errores
Todo
es horror
Poe
inmóvil canturreando ebrio al final del día
La
buhardilla con cuatro cuervos y una cama cercenada
y
el alcohol en ebullición
los
libros rotos los poemas que se amomian
sin ser leídos
Poe
frente a nosotros ofreciéndonos sus ojos muertos
yo
leo sus ojos hechizados escucho su
voz que nos
llama
en la noche cuando sólo hay espacio para la agonía
Las
raíces del horror nos envuelven entrelazándonos
a
sus delirios la cama da vueltas y
nos anuda
los
cuervos nos esperan tras las rejas para sacarnos los ojos
los
candiles sólo muestran los perfiles
sólo
muestran las sombras que se solidifican
a nuestras espaldas
tú
llamas a Virginia y ella te acerca los suicidios
hay
un camino que se curva con el vuelo de los cuervos
los
negros caminos con destinos oscuros y graznidos de
todos
los colores negros
mis
ojos se hacen negros frente al poema
Poe
y su cordón umbilical que lo une al cuervo eterno
Yo
enmudezco leyendo el poema muerto.
mariposa de crepé
el
vuelo rasante bajo la noche
los
lazos negros que tejen las alas que irán al sol
todo
está tensado
ya
no hay caminos para huir
no
hay espacios para ver el horizonte que se verticaliza
sólo
hay púas sólo hay caminos vacíos
un
árbol desmembrado frente a la bañera
el
cigarro se apaga y te quema las uñas recién esmaltadas
muerdes
el dril blanco de tu falda plisada
detienes
el aliento
el
verano se ha marchado hace tiempo sólo quedan
las
sombras y todos los abortos que te esperan
las
alas están colgadas desde los nueve años
la
casa está vacía desde los nueve años
todo
ha enmudecido desde los nueve años
Ted
se ha ido desde los nueve años
ya
nadie espera
los
errores se acumulan como filudos cuchillos y te rodean
los
ruidos de las bofetadas se agigantan
otra
vez la estufa queda vacía mientras se endurece
tu corazón
no
es suficiente el amor materno el hollín en las manos
no
es suficiente cerrar persianas y ser la víctima
no
bastan los relojes
el
espacio donde los pájaros convergen a la luz del día
las
sábanas caídas de tanto amor
cuando
todo se cierra no basta el chorro de agua
que te despierta
no
bastan las flores no basta abril
no
es suficiente la mariposa de crepé que se incendia.
mundo Nerval
una
hoja Nerval caído de un árbol que retorna a ser semilla
un
camino que bordea al gran mañana
existe
un color Nerval tras la ventana
que
se esconde de las miradas
existe
un ojo Nerval bizco llorando ruidosamente
existe
una mano Nerval asida a un grito de horror que
trepa
al muerto hasta alcanzar la cima del adiós
Deifico
una farola que alumbra tu cuerpo
cuando
tu cuerpo está inhallable en el vacío
cuando
tu cuerpo está colgado de un ave que despliega
sus
alas incendiadas
cuando
tu cuerpo está en el pasado caminando sin rumbo
buscando
el hoy
Un
canto Nerval enloquecido
un
hálito Nerval que sale del interior de la muerte
para
volver a morir
cúmulos
de Nerval en la habitación dando vueltas con
su
esquizofrenia en la mano
secreciones
Nerval desparramadas por el suelo
salivas
enardecidas lágrimas erróneas
un
río de orín por en medio de la sala haciendo
un
charco agonizante
La
axila sobre la cama en un cosquilleo eterno
ríes
gritas lloras
un
caballo Nerval que se va borrando lentamente en
su
galopada final
un
suicidio Nerval creciendo hasta alcanzar
la
perfecta destrucción.
cuando era Bukowski
también
me llamaban Bukowski
y
me gustaban los pájaros migrantes que había en la nevera
me
gustaba el guiso rojo de pájaros que María Encarnación
cocinaba
por las tardes aquella jovencita de
cabellos negros
que
cerraba suavemente sus ojos pardos como una muñeca
de
trapo frente a mí cada vez que me
miraba me decía
Bukowski
ya no bebas más y yo subía a la cama
y
sólo deseaba beber el licor dulzón de sus senos ungidos
Es
martes y los pájaros vuelan antes de ser comidos
su
batir de alas me han llevado detrás de María Encarnación
y
le he dado los besos que nunca me ha pedido
es
asqueroso amarla en presencia de las aves
le
he quitado sus bragas blancas de jovencita pobre
me
picoteaba como las aves de la nevera pero igual
alcé
sus nalgas blancas redondas y la hice mía
abrazada
a mí lloró por los pájaros violentados
que
alzaban vuelo y se rompían en el acto mismo de la fuga
fue
la infinitud la insondable infinitud
que nos rodeaba
desde
un principio atrás quedaba María
Encarnación
oliendo
a poseso quedaba el vértice violáceo
quedaba
el ala que echaba vuelo a la nada
me
decían Bukowski cuando iba por la acera de enfrente
comiendo
una manzana andrajosa bellamente podrida
la
manzana postrera del adiós agonizante siempre.
me
decían Bukowski cuando meaba en la pista como un niño
y
alcanzaba el otro extremo de la berma
y
las viejas del vecindario me lanzaban palabrotas y piedras
me
decían Bukowski cuando reía en los entierros
con
mis dientes cariados viendo al muerto que se reía de mí
y
nos reíamos juntos he corrido tras el
bus dos cuadras
he
saltado las barricadas de una casa para dormir
en
el jardín rodeado de setos multicolores
he
dormido abrazado a un árbol que acaba de crecerle barba
que
acaba de eructar largamente es un
árbol ebrio
que
no puede sostenerse en pie sus frutos
cuelgan
bajo
un cielorraso que anuncia la garúa de mañana
me
gritaban Bukowski cuando iba por el barrio latino con
la
bragueta abierta haciendo gárgaras con la coca cola de ayer
deletreando
un diario viejo lleno de arrugas
voy
calle abajo mirando las tiendas y ese porsche negro
que
pasa a gran velocidad con una mulata de ojos grandes
que
me ve pasar a gran velocidad mientras las luces de neón
alumbran
las calles y una puta vieja me jala en una esquina
para
decirme que me vaya con ella y yo la miro mientras
le
tomo la cintura que me recuerda a María Encarnación
sus
ojos encendidos me recuerdan a María Encarnación
sus
cabellos rugientes me recuerdan a María Encarnación
sus
zapatos de tacones altos me recuerdan a María Encarnación
entonces
voy con ella mientras me dice Bukowski mío
y
en ese cuarto lleno de estampitas de santos
pienso
en María Encarnación
el
sexo es lindo pensando en ella
el
orgasmo es lindo pensando en ella la
felación es linda
si
sólo pienso en ella aunque sea una vieja puta que me esté
succionando
el alma salgo a tierra firme
compro
una hamburguesa con queso la vendedora me dice
señor
Bukowski son cuatro dólares
una
hostia en la iglesia por cuatro dólares
no
tengo ni un medio en los bolsillos pero trato de ser feliz
mientras
camino en el Bronx cantando un country de
Jimmie
Rodgers los policías me cierran el
paso sólo
encuentran
tristezas y una botella de whisky medio vacía
para
mí medio llena llego a casa a una
casa cualquiera
no
hay perros no hay mujer ni hijos ni María Encarnación
estoy
hecho un asco me quito los zapatos
desabotono
mi camisa de enmohecidos cuadros azules
mi
bluyín lo dejo en el piso
voy
al retrete anegado aún de heces
echo
pasta dental a mis dientes viejos
el
espejo me refleja un rostro ya casi borrado por el acné
entro
a la bañera
fumo
un cigarrillo mirando la foto de Marilyn desnuda
por
la ventana es invierno
y
cae nieve
los
años han pasado y poco a poco
la
gente deja de llamarme Bukowski
tintinean
las botellas vacías
la
soledad de la cama cruje recordando sus placeres
por
fin soy libre
pienso
que por fin seré feliz.
Johnny Barbieri (Lima, Perú, 1966). Estudió Lengua y
Literatura en la Universidad Nacional Federico Villarreal y Sociología en la
Universidad Nacional Mayor de San Marcos. Ganador del premio Nacional de
Educación HORACIO 2003, el Premio de Poesía Taiwán 2011 y el Premio Copé de Oro
de Poesía 2019. Fundador del grupo poético Noble katerba (1990) y el grupo
nihilista La Mano Anarka (1995). Ha participado en Encuentros Internacionales
de Poesía en Perú, Chile, Cuba, México, Colombia, Argentina y Bolivia; así como
en presentaciones personales en Madrid, París y Venecia.
Su obra comprende:
Branda (1993), El Libro azul (1996), MAKA (1999),
Jugando a ser Dios (2000), Carne de mi carne (2002), La Virgen negra (2003),
Libro Hindú (2005), Yo es otro (2007), La Edad de oro (2010, cuentos), Corazón
de abril (2011), Pampa de perros (2012, novela), Rotos todos los cabos (2013,
antología poética), Bandera de herejes (2015), El Cabaret verde (2016, cuentos)
y El Hijo rojo y otros cuentos (2018). Hizo una Maestría en Literatura Peruana
y Latinoamericana en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos.
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