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sábado, 18 de abril de 2020

4 POEMAS DE JOHNNY BARBIERI


En 2010, fuimos a Chiclayo a la Fiesta del Diantre, dónde visitamos Puerto Etén y leímos poemas en diversas ciudades, fuimos a Puerto Pimentel junto al músico Mario Barrenter y amigos poetas como Leoncio Luque, Roberto Salazar y el mismo Johnny Barbieri. Fuimos a Tumbas Reales de Sipán y al ver el precio de las entradas a Roberto se le ocurrió la idea de decir que eramos poetas y nos hicieron el descuento respectivo por ser creadores de arte escrito. Aquel Festival nos trajo mucha alegría y nos brindó amigos que perduran hasta el día de hoy. De Barbieri queremos entregarle unos poemas. Queremos agregar que Johnny obtuvo el premio Copé de poesía el cual es uno de los más prestigiosos del país y que lo obtiene muy merecidamente, pues su trayectoria va a la par de la gran cantidad de títulos que ha publicado.  



cuatro cuervos

cuatro cuervos cuelgan a mitad del camino
crecen ojos para ver tus pasos que se desploman
sobre la acera
la tierra envejecida echa sus raíces para detenernos
los cuervos neblinosos se paran sobre los fierros
que nos circundan
la lluvia nos atrapa afuera mientras busco la espesura
de esta luz que se va apagando de a poco
los alfileres cuelgan tu rostro en la noche
las sombras abultan los espacios de los errores
Todo es horror  
Poe inmóvil canturreando ebrio al final del día
La buhardilla con cuatro cuervos y una cama cercenada
y el alcohol en ebullición
los libros rotos   los poemas que se amomian sin ser leídos
Poe frente a nosotros ofreciéndonos sus ojos muertos
yo leo sus ojos hechizados     escucho su voz que nos
llama en la noche cuando sólo hay espacio para la agonía
Las raíces del horror nos envuelven entrelazándonos
a sus delirios      la cama da vueltas y nos anuda
los cuervos nos esperan tras las rejas para sacarnos los ojos
los candiles sólo muestran los perfiles   
sólo muestran las sombras que se solidifican
a nuestras espaldas
tú llamas a Virginia y ella te acerca los suicidios
hay un camino que se curva con el vuelo de los cuervos
los negros caminos con destinos oscuros y graznidos de
todos los colores negros
mis ojos se hacen negros frente al poema
Poe y su cordón umbilical que lo une al cuervo eterno
Yo enmudezco leyendo el poema muerto.

mariposa de crepé

el vuelo rasante bajo la noche  
los lazos negros que tejen las alas que irán al sol
todo está tensado
ya no hay caminos para huir   
no hay espacios para ver el horizonte que se verticaliza
sólo hay púas sólo hay caminos vacíos
un árbol desmembrado frente a la bañera
el cigarro se apaga y te quema las uñas recién esmaltadas
muerdes el dril blanco de tu falda plisada
detienes el aliento
el verano se ha marchado hace tiempo sólo quedan
las sombras y todos los abortos que te esperan
las alas están colgadas desde los nueve años
la casa está vacía desde los nueve años
todo ha enmudecido desde los nueve años
Ted se ha ido desde los nueve años
ya nadie espera
los errores se acumulan como filudos cuchillos y te rodean
los ruidos de las bofetadas se agigantan
otra vez la estufa queda vacía mientras se endurece
tu corazón
no es suficiente el amor materno el hollín en las manos
no es suficiente cerrar persianas y ser la víctima
no bastan los relojes    
el espacio donde los pájaros convergen a la luz del día
las sábanas caídas de tanto amor
cuando todo se cierra no basta el chorro de agua
que te despierta
no bastan las flores      no basta abril
no es suficiente la mariposa de crepé que se incendia.


mundo Nerval

una hoja Nerval caído de un árbol que retorna a ser semilla
un camino que bordea al gran mañana
existe un color Nerval tras la ventana
que se esconde de las miradas
existe un ojo Nerval bizco llorando ruidosamente
existe una mano Nerval asida a un grito de horror que
trepa al muerto hasta alcanzar la cima del adiós
Deifico una farola que alumbra tu cuerpo
cuando tu cuerpo está inhallable en el vacío
cuando tu cuerpo está colgado de un ave que despliega
sus alas incendiadas
cuando tu cuerpo está en el pasado caminando sin rumbo
buscando el hoy
Un canto Nerval enloquecido
un hálito Nerval que sale del interior de la muerte
para volver a morir
cúmulos de Nerval en la habitación dando vueltas con
su esquizofrenia en la mano
secreciones Nerval desparramadas por el suelo
salivas enardecidas lágrimas erróneas
un río de orín por en medio de la sala haciendo
un charco agonizante
La axila sobre la cama en un cosquilleo eterno 
ríes gritas lloras
un caballo Nerval que se va borrando lentamente en
su galopada final
un suicidio Nerval creciendo hasta alcanzar
la perfecta destrucción.




cuando era Bukowski

también me llamaban Bukowski
y me gustaban los pájaros migrantes que había en la nevera

me gustaba el guiso rojo de pájaros que María Encarnación
cocinaba por las tardes    aquella jovencita de cabellos negros

que cerraba suavemente sus ojos pardos como una muñeca
de trapo frente a mí     cada vez que me miraba me decía

Bukowski ya no bebas más y yo subía a la cama
y sólo deseaba beber el licor dulzón de sus senos ungidos    

Es martes y los pájaros vuelan antes de ser comidos
su batir de alas me han llevado detrás de María Encarnación

y le he dado los besos que nunca me ha pedido
es asqueroso amarla en presencia de las aves

le he quitado sus bragas blancas de jovencita pobre
me picoteaba como las aves de la nevera pero igual

alcé sus nalgas blancas redondas y la hice mía
abrazada a mí lloró por los pájaros violentados

que alzaban vuelo y se rompían en el acto mismo de la fuga
fue la infinitud    la insondable infinitud que nos rodeaba

desde un principio     atrás quedaba María Encarnación
oliendo a poseso quedaba el vértice violáceo


quedaba el ala que echaba vuelo a la nada
me decían Bukowski cuando iba por la acera de enfrente

comiendo una manzana andrajosa bellamente podrida
la manzana postrera del adiós agonizante siempre.

me decían Bukowski cuando meaba en la pista como un niño
y alcanzaba el otro extremo de la berma

y las viejas del vecindario me lanzaban palabrotas y piedras
me decían Bukowski cuando reía en los entierros

con mis dientes cariados viendo al muerto que se reía de mí
y nos reíamos juntos     he corrido tras el bus dos cuadras

he saltado las barricadas de una casa para dormir
en el jardín rodeado de setos multicolores

he dormido abrazado a un árbol que acaba de crecerle barba
que acaba de eructar largamente      es un árbol ebrio

que no puede sostenerse en pie     sus frutos cuelgan
bajo un cielorraso que anuncia la garúa de mañana

me gritaban Bukowski cuando iba por el barrio latino con
la bragueta abierta haciendo gárgaras con la coca cola de ayer  

deletreando un diario viejo lleno de arrugas
voy calle abajo mirando las tiendas y ese porsche negro

que pasa a gran velocidad con una mulata de ojos grandes


que me ve pasar a gran velocidad mientras las luces de neón

alumbran las calles y una puta vieja me jala en una esquina
para decirme que me vaya con ella y yo la miro mientras

le tomo la cintura que me recuerda a María Encarnación
sus ojos encendidos me recuerdan a María Encarnación

sus cabellos rugientes me recuerdan a María Encarnación
sus zapatos de tacones altos me recuerdan a María Encarnación

entonces voy con ella mientras me dice Bukowski mío
y en ese cuarto lleno de estampitas de santos

pienso en María Encarnación   
el sexo es lindo pensando en ella

el orgasmo es lindo pensando en ella    la felación es linda
si sólo pienso en ella aunque sea una vieja puta que me esté

succionando el alma     salgo a tierra firme
compro una hamburguesa con queso la vendedora me dice

señor Bukowski son cuatro dólares
una hostia en la iglesia por cuatro dólares

no tengo ni un medio en los bolsillos pero trato de ser feliz
mientras camino en el Bronx cantando un country de

Jimmie Rodgers      los policías me cierran el paso sólo
encuentran tristezas y una botella de whisky medio vacía  


para mí medio llena     llego a casa a una casa cualquiera
no hay perros no hay mujer ni hijos ni María Encarnación

estoy hecho un asco me quito los zapatos
desabotono mi camisa de enmohecidos cuadros azules

mi bluyín lo dejo en el piso
voy al retrete anegado aún de heces

echo pasta dental a mis dientes viejos
el espejo me refleja un rostro ya casi borrado por el acné

entro a la bañera
fumo un cigarrillo mirando la foto de Marilyn desnuda

por la ventana es invierno
y cae nieve

los años han pasado y poco a poco
la gente deja de llamarme Bukowski

tintinean las botellas vacías
la soledad de la cama cruje recordando sus placeres

por fin soy libre
pienso que por fin seré feliz.


Johnny Barbieri (Lima, Perú, 1966). Estudió Lengua y Literatura en la Universidad Nacional Federico Villarreal y Sociología en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos. Ganador del premio Nacional de Educación HORACIO 2003, el Premio de Poesía Taiwán 2011 y el Premio Copé de Oro de Poesía 2019. Fundador del grupo poético Noble katerba (1990) y el grupo nihilista La Mano Anarka (1995). Ha participado en Encuentros Internacionales de Poesía en Perú, Chile, Cuba, México, Colombia, Argentina y Bolivia; así como en presentaciones personales en Madrid, París y Venecia.
Su obra comprende:
Branda (1993), El Libro azul (1996), MAKA (1999), Jugando a ser Dios (2000), Carne de mi carne (2002), La Virgen negra (2003), Libro Hindú (2005), Yo es otro (2007), La Edad de oro (2010, cuentos), Corazón de abril (2011), Pampa de perros (2012, novela), Rotos todos los cabos (2013, antología poética), Bandera de herejes (2015), El Cabaret verde (2016, cuentos) y El Hijo rojo y otros cuentos (2018). Hizo una Maestría en Literatura Peruana y Latinoamericana en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos.

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