Hace buen tiempo que en nuestro blog queríamos compartir poemas de Ehtel Barja, no resistimos más el tiempo y aprovechamos estos días para osar comunicarnos con ella y solicitarle algunos poemas que pudiera compartir con nosotros y que además pudiéramos entregarles a nuestros lectores. De aquel envío os dejamos con este puñado de poemas que van demostrando la calidad de la poesía que viene desde el centro del país, y que nace en los dedos de la poeta para plasmarse en el papel y deleitarnos a través de este medio literario. Compartimos queridos lectores para que ustedes conozcan el trabajo de Barja y disfruten.
núcleo
ocupar la tierra es desocuparla
removieron las estrellas polares
traficaron con sus nombres
no solo abrieron la zanja y dejaron fermentar
la piedra
vino antes el rito
echaron fuera el polvo
marcaron con sangre los caminos
transcurridas las cuarenta noches
llega la voz de Gea en un hilo de carne
asentarse no es colmar el suelo que horadaron
nuestros padres
no es palpar el cimiento sin sentir su
quemadura
asentarse es no asentarse
es tomar de cuajo el temblor del hueso oculto
bajo la superficie
asentarse es agitar el arco firme y la
fractura
es abrir los surcos en las avenidas
demoler los muros uno a uno
retorcerse
como las capas de la tierra
sostener el arriba henchido como el cauce de
los ríos
abrirlo palmo a palmo y hacerlo g
i
r
r a
hasta que boca abajo y sudoroso
vea su dorso diluido
lleve sus pasos hacia el este recién segado
y vea sin sorpresa el territorio que bulle
De Gravitaciones (Paracaídas Editores,
2013)
*
Busco mis ojos infantes,
los acordes sin cuna.
Más allá su cuello germina.
Sordera canta en la espesura:
«La representación es solo un movimiento,
su verdad habita escasas correspondencias
de duración y heridas».
La maleza se abre paso en mi piel.
Las cicatrices me muestran el camino.
Mis plantas se hacen ojo de este bosque.
El mutismo abarrotado de estridencia.
Templada su voz, Sordera atiza una fogata,
ha reunido los carbones.
El humo me alcanza, agradezco y lo sigo.
Ella me besa, me incendia los ojos:
«Es preciso ir más allá de los cuencos de luz,
espera al otro lado la aspereza de la forma».
Resbalan lentamente también mis oídos,
la negación perpetua como la sombra de cada objeto,
su densidad escala el pecho, anida sin prisa,
abierta ya la hora sin inicio, sin fin.
Sordera enciende las velas
el plural del afuera atraviesa mi orilla
abrazo la implosión de la escucha.
De Insomnio vocal (2016)
NO HABÍA se recostaba en la estepa como
para escuchar un latido mientras zurcía sus ropas. Alzaba su voz como la última
actriz de esa pampa y recitaba sus líneas a las hierbas que arrancaban sus
cuellos del suelo. No había respiraba
como una liebre desorientada, adivinaba el arriba y el abajo con la furia
creciente en su pecho. Maldecía nuestro paso sostenido, nuestra inacabada
sombra. No había despreciaba nuestros
ojos expectantes, nuestra lengua alerta. Nosotros avanzábamos en su territorio
ahuecado. No había era los relojes
detenidos y nosotros la negra enredadera escalando su miedo. No había lavaba su rostro a todas horas
deseosa de arrancarse la piel segunda y nosotros arañábamos un zumbido en su
lengua. No había quería su cuarto
propio y a veces miraba con ternura. No
había solo deseaba un espejo, y no se lo dimos. Tuvimos miedo de que se
tragara a sí misma en negación prolongada, en su canto negro. No había corre por siempre y dice
incansable no estar; y nosotros vamos
tras ella minuto a minuto ebrios de su No.
Insomnio vocal (Alastor, 2016)
Día 26
O
mantienes su movimiento o lo pierdes.
Todo
consiste en hacer más hondo
lo
ya sumergido;
en
arrebatarle sus temores,
en
hacer de su inflexión
una
mano firme
para
la asfixia.
O lo
despiertas de una vez o lo entierras,
como
esas células al rojo vivo,
abrigadas
en tu pelo.
Esa
glándula suicida
haciéndose
espacio a toda costa.
O lo
extirpas sin culpa o creces con él, en él,
a
través de su lengua;
porque,
tú sabes,
la
gramática del espacio te obliga a elegir.
Es
un horizonte insaciable,
engulle
lo inmediato y lo infinito.
Las
arterias vigilan
toda
ruta imposible,
todo
atajo.
Travesía
invertebrada/Rambling Journey seguido de/followed by Wandeo (Alastor, 2019)
Día 27
A veces viajar
es acariciar un avezado plumaje
y la altura de su vuelo
antes de tiempo.
Desear geografías prohibidas,
tocar líneas imaginarias
dentro y fuera de la culpa;
y de cuando en cuando
ver un cuerpo niño en la orilla,
en la bisagra perversa
de la esperanza y el miedo.
Travesía invertebrada/Rambling Journey seguido de/followed by Wandeo (Alastor, 2019)
Ethel Barja Cuyutupa
Nació en Huanchar (Santa Rosa de Ocopa), Junín, Perú en 1988. Es autora de los libros Trofeo imaginado entre dientes (Antología del Premio Nacional Juvenil de Poesía –SENAJU, 2011), Gravitaciones (Paracaídas Editores, 2013; edición bilingüe 2017), Insomnio vocal (Alastor, 2016), y Travesía invertebrada/Rambling Journey seguido de/followed by Wandeo (Alastor, 2019). Su escritura ha sido incluida en Voces al norte de la cordillera: Antología de voces andinas en los Estados Unidos (Sonicer J, 2016) y en las publicaciones periódicas Inti, Hostos Review, Los Bárbaros (EE.UU.), Stadtsprachen Magazin, Lateinamerika Nachrichten, alba.lateinamerika lesen (Alemania) y Revista Lucerna (Perú). Recibió el Premio Cartografía Poética 2019 (Perú) organizado por la editorial Lumpérica Cartonera. Ha sido traducida al inglés, francés, alemán y portugués. Es licenciada en Lingüística y Literatura por la Pontificia Universidad Católica del Perú y maestra en Literatura Hispánica por la Universidad de Illinois en Chicago. Actualmente, vive en Providence (EE.UU.), donde estudia un doctorado en Estudios Hispánicos en Brown University, desde donde dirige Gociterra, portal de crítica, creación y traducción.
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