Hace algún par de años participé con mucho agrado en un taller de Haikus en la Universidad Católica, dentro pude encontrarme con rostros conocidos como Diego Alonso Sánchez y Alonso Belaunde, profesor del taller, pude conocer a Gonzalo Marquina, estudioso de la cultura japonesa y asiática, dicta talleres, hace conversatorios y demás eventos relacionados a ellos, pues entiende mejor que nosotros el idioma japonés. Ese gran aprendizaje de la cultura oriental se ve reflejada en sus escritos poéticos, por ello queremos que el lector conozca a este joven autor y disfrute de su poesía. Estaremos pendientes de una posible publicación de un libro con sus haikus. Nosotros en el blog esperamos la llegada de dicho libro.
MELCHOR
Despierta en mi pecho.
He vuelto a la tierra
que te negaron hace mucho
a caminar por tus sendas
a respirar
del azul claro que describías
cuando niño
y que se impregnó en el pálido
tinte de tus ojos
hasta el día de tu abrazo con
la muerte.
He vuelto a contemplar
el mismo adobe de las casas de
montaña
las mismas nubes que
arrullaron
tu afable corazón
para alimentarme del sol como
la torcaza de tus cuentos
o el reptil milenario de tus
miedos
a sentirme tú
y sorprenderme quizá con el
brillo nostálgico de las retamas
que alguna tarde te hicieron
sonreír.
¡Vuelvo a Huamanga,
oh, padre de mi madre!
a esta tierra que te fue
negada
hace mucho por los tuyos.
Vuelvo a este rincón
hogar vientre
por el que llorabas después de
cada vaso,
de cada yaraví,
al que insultabas:
curakunapa llaqtan, layqakunapa llaqtan
mientras matabas uno a uno los
cuyes de la casa
nube que añoraste hasta el
final
y nunca
viste
HOY
Porque el silencio
pare
esta noche sin dolor
su descendencia eterna
sobre esta voz
y el balbuceo de este barro
que es mi cuerpo;
porque en su atributo más
perfecto
el recuerdo fugaz
táctil
es un lirio incandescente
y mortal
de instante alucinado
que rige el pulso de mi mano;
porque temo aun
a los espirales
los vórtices
y los espejos;
porque el
canto del tordo
y las
codomas han atestiguado
humildemente
la
extinción del hombre
y su
oquedad;
porque mi conciencia me agarra
a palos;
porque
envidio con cariño
el
anonimato del grillo
y de la
bárbara abeja
cada vez
más recóndita;
porque entro y salgo
de esta marea azul e
interminable
del signo
como un habitante de peñas y
tierras baldías;
porque no hallo otro lenguaje
que mi propio verbo
accidentado;
porque he aprendido a llorar
en medio del tráfico
besando el alba y el ocaso;
porque solo soy silvestre
y habito en donde nadie más
y al mismo tiempo habito
en el centro del centro mismo;
porque canto y escribo
escribo y muero
muero y mato
y pido perdón
enloquecido y plural
en las noches lunares
ya sin tiempo…
y me
expando hasta el desgarro
casi
absoluto del tejido
y entiendo
al sauce;
porque me rehúso a la fractura
del color
y al polvo
y a la sombra de la higuera
cobijo de la tumba de mi padre
aun vivo;
porque llevo
días semanas meses años y
siglos
con esta niñez cansada
del óleo
los ojos
y el tabaco;
porque mi cuerpo se arroja
(sin consulta previa)
una y otra vez a la neblina;
porque mi alma se arroja
a la mentira creadora
de una caja musical
como a un infierno;
porque no hay nadie en casa
y estoy solo;
porque estoy solo… no hay
nadie en casa.
Y hoy escribo
con el húmero y las venas
y se abre sereno
un corazón frutal.
Me adentro en mí mismo
mientras la noche
extiende con simpleza
su copa larga…
¿Acaso
habré de regresar
alguna vez
por lo que resta?
¿Y para qué?
SIN TÍTULO
Ser poeta, aprender
de la constancia y el anonimato
del grillo y de su canto
sonoro y sutil,
de su vida frágil y silvestre
hermosamente desapercibida
instintivamente oculta,
de su cariño milenario
empecinado con no dejar
caer en el olvido
la atmósfera
de la existencia
de las tardes
de las noches.
Clarean los tintes del cielo.
Ya llega el sol.
¡Atrapo una mariposa!
Despacio
abro
mis manos
extiendo
mis dedos
firme e inquieta
la contemplo
la contemplo
la dejo ir...
UNDÉCIMO DÍA
Hemos rehusado al lazarillo intermitente del reloj
a la confusión de la Tv
y perdido gradualmente la noción de las fechas contiguas
pero vamos aprendiendo que las mañanas son, sobre todo
una esfera azul, un agua clara, un llanto cóncavo de
cuculí
un aleteo inquieto en las cornisas.
La tarde llega silenciosa siempre con un mismo aroma
penetra su nostalgia cada hendidura de la casa
irrumpe la hora de la comida
y nos obliga a mirar tras la ventana
las ramas enverdecidas todavía
como resistiendo tiernamente al otoño
bandadas que se hunden y aparecen como barcos en la
niebla
volutas de polvo jugando en nuestros pórticos
el abrazo conmovedor de los nomeolvides y las buganvillas
y el color calmado de su arrastre sobre las aceras rumbo
al sur.
Y de pronto la noche, el canto de los grillos.
La ciudad aguarda la garúa… transpira letargo.
En el corazón del hogar se alza un bochorno
que mi madre identifica niño y aminora con premura.
Da comienzo la música que amansa y vuelve azul todas las
penas.
Yo sé bien qué palidece tras el ámbar de estas luces que
agonizan
sé bien cómo tantea obtuso el miedo y anida de tajo sobre
los rostros
pero es tiempo de la duda adormecida y la sonrisa y ya
nada importa
mientras vuelvo a la ventana ciega y me confieso,
mientras el roto sueño se recuesta en el silencio y el
recuerdo
y esta paz se me figura hoy como los días de montaña y
verde río.
Las horas se alargan y más se alargan.
Deambulo por toda la casa difuminando mi rastro
sobre el lienzo de las sombras mis manos flotan casi
ajenas
evito el tacto y la mirada fantasmal de los espejos.
Soy un rumor más que se acurruca bajo un pórtico abierto
bajo esta luna perfumada en plata.
Entonces, me detengo, llego al aire puro de la noche y
contemplo:
Cuanta quietud... aunque falso este jardín
se ha convertido en mi universo.
月明かり / TSUKIAKARI / CLARO DE LUNA
筆を止める
しばしなきやむ蟋
鹿の鳴き声もなくなる
秋の月を見る家の上の
哀れかな
田の洪水に新芽や
あるがまま
それらの苗として
芽をふく
ささやく
風の香りは柔青
心の音だけ
この夜の
何が何やらみんな穏やかです
月明かり
月明かりも
美しくなる
すべてのもの
fude wo tomeru
shibashi nakiyamu
kōrogi
shika no nakigoe mo
nakunaru
aki no tsuki wo
miru
uchi no ue no
aware kana
ta no kōzui ni
shinme ya
aru ga mama
sorera no nae to
shite
me wo fuku
sasayaku
kaze no kaori wa
yawara ao
kokoro no oto dake
kono yoru no
nani ga nani yara minna
odayakadesu
tsukiakari
tsukiakari mo
utsukushiku naru
subete no mono
Doy reposo al pincel.
Se detiene un instante el canto de los grillos.
El llanto de un ciervo también desaparece.
¡Qué emoción produce contemplar
la luna otoñal sobre las casas!
El arrozal inundado ¡lleno de
brotes!
Y ver que así, tal cual,
como plantas que son,
aquellos brotes se abren
susurrando.
El perfume del viento es un azul suave.
Solo el corazón emite sonido.
¿Por qué será qué…
todo está tan apacible esta noche?
Luz de luna
Luz de luna
Todo bajo su esfera
se torna hermoso.
Gonzalo David Marquina Arcos (Lima, 1992) es maestro de escuela, narrador,
poeta, traductor, gestor cultural, investigador y egresado de la Facultad de
Educación, especialidad de Lenguaje y Literatura, de la Universidad Nacional
Mayor de San Marcos (UNMSM). Ha participado y llevado a cabo diversos eventos
culturales/académicos en Lima y provincias sobre Educación y Literatura,
especialmente sobre poesía japonesa y nikkei. Ha publicado “Poesía: Lago de
flores e impalas” (2016), “Cuentos: Catalejos de buena esperanza” (2016),
“Obnubilación” (2016), “La Piel Brillante” (2017), “Media Luna” (2018), la
plaqueta “Ambrosía” (2019), la antología “Gota de tinta” (2020), así como
diferentes ensayos y artículos académicos. Además, algunos de sus poemas han
sido publicados en el portal web lenguajeperu.pe e incluidos en las antologías
“Del Silencio a la Palabra” (2018) y "Arquitectura de la Palabra (Vol. V):
Poesía XXI", esta última perteneciente a la revista española
Liberoamérica. Ha sido señalado como una de las voces más fuertes y nuevas de
los estudios orientales en el Perú por la comunidad internacional “El Rincón
del Haiku”, la más importante en habla hispana a la fecha sobre este tema. Actualmente,
trabaja en la traducción japonés-español de la poeta Sugita Hisajo, forma parte
del proyecto narrativo “Travesías en el mar de Hypnos: los sueños de la hidra”,
es miembro principal de los grupos poéticos “Ambrosía” y “Templo Furor”, y
dirige el colectivo “Lámpara de papel: proyectos culturales asiáticos”.
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